“Todo sucede en el silencio y la penumbra, como el rayo que fulmina antes de que pueda ser oído el trueno”.(Gabriel Naudé)
Nada que importe a nuestras vidas sucede en el estruendo. Tras haber reducido a cenizas lo poco que quedaba de un centenario partido llamado PSOE, Pedro Sánchez Pérez-Castejón y su banda de parientes y acólitos llevan muy avanzado el bien medido proyecto de golpe de Estado. Silencioso. Sin grandes aspavientos, sin estruendo.
El golpe de Estado en Cataluña fue una insurrección “viejuna” muy al modo de aquellos pronunciamientos de espadones en la España del XIX: no sacaron los tanques a la calle, porque no los tenían, pero la gran máquina escénica de masas callejeras fue puesta en juego. Fracasaron Puigdemont/Junqueras y no podía suceder de otra manera pues ya a estas alturas en Europa (de momento) no se puede hacer un golpe tan a lo bestia.
Sánchez lo sabe bien y pone en marcha ahora un golpe de Estado de verdad, un golpe de Estado moderno. Sin un tanque y sin un grito. Tan sólo con el medido uso de las instituciones para dar muerte al Estado que sobre ellas se sustenta. Parlamento y Tribunal Constitucional en primer lugar.
Sólo hay dos líneas de resistencia que puedan parar esto, y eso lo sabe Sánchez como lo sabe cualquiera.
Una es la que ofrece la prensa todavía no adquirida por el gobierno pero está ya en ciernes la nueva ley de prensa (emulando a la tosca represión del tardofranquismo). De momento Sánchez, ha participado este miércoles 3 de julio en el lanzamiento de la fundación Avanza, un laboratorio de ideas que pretende ser referente para el PSOE con el objetivo de combatir el discurso de la ultraderecha y los bulos.
La otra línea a romper es la voladura de lo que queda aún en pie del poder judicial autónomo con los ajetreos judiciales de su allegados y familiares. Todo en España va a jugarse en esa última instancia de los tribunales, si es que, antes, Sánchez no consigue destruir definitivamente cualquier amago de independencia de la justicia española. Va a intentarlo, nadie lo dude. No le queda otra alternativa.
Los mártires del sanchismo
El sanchismo se ha convertido una religión secular que crea sus proios mártires. La defensa de una persona particular, Begoña Gómez, por parte del Gobierno y del PSOE abunda en la táctica del martirologio. Los ministros muestran a esa señora como un ejemplo para millones de mujeres en el mundo que quieren «trabajar fuera de casa». Feminista, decidida y empoderada dicen, la «presidenta» es una mujer comprometida con su tiempo y con conciencia social que atesora las virtudes del progresismo. Incluso emulando al creador de una religión universal, el propio Presidente del Gobierno se tuvo que retiran 5 días (¡al menos no fueron 40 días!) al “desierto” para meditar sobre la situación
Pero no hay mártir si la causa es justa, por eso el caso judicial no es más que una «denuncia falsa». Solo en las dictaduras los consortes del tirano, sin cargo público ni estatuto, tienen tratamiento especial. Esos privilegios antidemocráticos revelan la confusión entre el Estado, el Partido, y Familia Gubernamental. La actual construcción de mártires del sanchismo desde las esferas gubernamentales nos devuelve a los momentos más degenerados de la élite política de hace casi cien años.
En Alemania la última elección democrática fue en noviembre de 1932, el partido Nazi de Hitler obtuvo el 33%. Fue la primera minoría y se designó a Hitler como canciller. En poco tiempo, Hitler tuvo el absoluto poder en sus manos a pesar de que nunca ganó una elección democrática con el 51% de los votos.
En Venezuela el 56% de electores votaron por el teniente coronel Hugo Chávez Frías, cuyo único “mérito” para ser presidente fue organizar un golpe de Estado contra el presidente constitucional Carlos Andrés Pérez. Tras 24 años de” gobierno” chavista, Venezuela se ha convertido en un país donde el 90% de la población vive en pobreza, sumado a los más de siete millones de venezolanos que han huido del país de las terribles consecuencias económicas del régimen dictatorial de Chávez y Maduro.
Las democracias se suicidan cuando creen que elegir a un demagogo como presidente les resolverá todos sus problemas de la noche a la mañana. Deberíamos aprender de las lecciones dejadas por los alemanes y venezolanos.
Antes la clase política le tenía más respeto a sus votantes. Paulatinamente la han ido perdiendo el respeto, pero el votante ha ido demostrando también paulatinamente que el respeto no era merecido.
No hay que escandalizarse cuando mucha gente demuestra que son inmaduros en asuntos de política pues la gente le dedica muy poco tiempo a estar pendiente de la política: oyen algo y les parece bien o no, no por lo que dicen, si no porque lo dice el PSOE o lo dice el PP, que en cualquier caso dicen una sarta de barbaridades detrás de otra, porque es lo que la política lleva aparejado.
Hay mucha gente que o no son adultos o son gente inestable en sus estados de ánimo, en su conducta y sus relaciones sociales, que están como atontados, fanáticos y además mucha gente no le dedica el tiempo necesario a la política (más allá de los titulares de las noticias) pues tienen otras prioridades en el día a día. ¿Les vas a obligar a politizarse? No, todo lo contrario. La que sale perdiendo de todo esto es la clase política, porque se ha embrutecido, y ha descubierto que no hay un coste a sus barbaridades, pero lo cierto es que enrarecen el aire que respiramos todos.