La pensión media supera en un 25% lo aportado por los jubilados a lo largo de su carrera

La generosidad bajaría al 12% en caso de mantenerse el nivel de crecimiento en el 2,2% hasta 2050

Los nuevos jubilados cobran 1.615 euros al mes, 323 euros más de lo abonado en cuotas

El sistema de pensiones beneficia más a quienes trabajan menos años, según Fedea

La mayor esperanza de vida y el menor crecimiento previsto a futuro impulsan la generosidad del sistema público de pensiones. Según el último estudio publicado por Fedea, Una visión actuarial del sistema de pensiones de español jubilación, un pensionista que se jubile ahora recibirá un 25% más de lo aportado al sistema de pensiones durante toda su carrera de cotización.

Esta es una de las principales conclusiones del think-tank, que actualiza el factor de equidad actuarial (FdEA) y agrega una novedad a este indicador: el impacto de los trabajadores que cotizan pero que nunca llegan a cobrar una pensión.

Es decir, a la hora de calcular la generosidad del sistema también se han tenido en cuenta las personas que fallecen antes de jubilarse, los que no llegan a cobrar la pensión por no haber cotizado suficientes años (la carrera laboral mínima es de 15 años) y las personas que, antes de retirarse, se incapacitan de forma permanente (y por tanto tampoco cobran la pensión de jubilación). La novedad de incluir a estos individuos, explica el estudio, es que suponen un incremento en las cotizaciones pero no en las pensiones. Por lo tanto, disminuyen la generosidad en comparación con otros análisis.

El documento publicado la semana pasada por el centro de estudios analiza los datos reales de todas las personas que se jubilaron en el año 2023 (el último año disponible a este nivel de detalle). Con estas cifras, el think-tank estudia la relación del valor de sus pensiones, la revalorización, la probabilidad de supervivencia y las cotizaciones. Todo ello se resume en un único dato.

Sin embargo, además de los factores propios del sistema de pensiones, también influye el crecimiento económico. De hecho, según explica el documento, la generosidad puede variar entre el 12% y el 25% dependiendo de cuánto crezca el PIB. Algo que se explica porque el sistema de reparto o de transferencias intergeneracionales, los ingresos dependen de las cotizaciones y, por tanto, de los salarios (ligados a la productividad del trabajo) y del número de cotizantes. Estos porcentajes, traducidos a la pensión media implicarían que, a un jubilado que cobra 1.615 euros al mes, le correspondería 1.292 euros por lo que ha cotizado a lo largo de su carrera laboral, al tener en cuenta una generosidad del 25%. Para una del 12%, le correspondería 1.441 euros al mes.

En concreto, si las estimaciones de crecimiento económico estimadas en el Ageing Report (el informe de envejecimiento de la Comisión Europea, que pronosticaba el aumento del PIB hasta 2049 en 1,22%) se cumplen, la generosidad se sitúa en el 25%. Algo que, según detalla el estudio de Fedea, supone «un desequilibrio estructural que puede corregirse con mayores cotizaciones menores pensiones». Si el crecimiento económico se mantiene en el nivel de los últimos 40 años hasta 2050 (2,24% de media), el exceso de pensión sobre lo cotizado se situaría en el 12%. Un escenario que, para el profesor de la Universidad de Valencia e investigador del IVIE, Enrique Devesa, es una «hipótesis muy optimista».

La profesora en la Universidad de Extremadura y experta en sistemas de prestación social, Inmaculada Domínguez, explica que esta relación entre el PIB y la generosidad está basada en la literatura económica. «Los ingresos del sistema de pensiones dependen de las cotizaciones y estas de los salarios», resume. «Nosotros estudiamos la generosidad en términos actuariales, es decir, lo que recibe el pensionista en relación con lo que ha aportado al sistema y lo ajustamos a la probabilidad de supervivencia», explica Devesa, que agrega que esta tasa «no debería cambiar mucho de un año a otro».

Otra de las novedades que incluye el estudio publicado por Fedea es que no incluye la parte no contributiva del sistema de pensiones (que se financia con impuesto). Es decir, hace un análisis enfocado únicamente en la parte contributiva de la jubilación al no tener en cuenta complementos como el de brecha de género o el de las pensiones mínimas. «La idea es demostrar que hay falta de equidad en el sistema y para ello hay que excluir los complementos», explica Domínguez. En este sentido, el estudio también ha detectado un mejor trato del sistema hacia las carreras cortas de cotización, hacia la modalidad ordinaria y demorada frente a la anticipada y hacia las bases reguladoras altas frente a las bajas. «Queremos señalar donde se pueden hacer futuros ajustes», detalla la profesora de la Universidad de Extremadura.

Otra forma de medir la generosidad del sistema es la utilizada por la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (Airef) en su Informe sobre la regla de gasto de pensiones. El organismo, en este caso, calcula la tasa como la pensión media entre el salario medio y prevé que descenderá desde el 65,6% actual hasta el 56,7% en 2050 por la evolución de los salarios por encima del IPC que marca la revalorización de las pensiones. Sin embargo, antes de experimentar esta caída, crecerá hasta un máximo del 67,1% en 2029. Según el organismo, la reforma supone un incremento de la tasa de generosidad de 13 puntos hasta 2050. La medida que más ha influido es el blindaje de la revalorización de las pensiones respecto al IPC.

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