El cambio demográfico que ya estamos viviendo en España y que se acelerará aún más en los próximos años plantea muchos retos en el ámbito laboral. Las empresas no se deben descapitalizar del conocimiento del talento sénior y lo primero que tienen que hacer es trabajar por quitar muchas etiquetas y prejuicios, por ejemplo, de esa percepción de que para que un joven pueda trabajar un mayor tiene que dejar de hacerlo, lo que es una falacia, una perversión social y una idea muy insana
Estamos obligados a situarnos ante la realidad, pero en este país se aceptan una serie de ideas y prejuicios que no nos van a conducir a nada.
La caída de la tasa de natalidad ha provocado que entre 2008 y 2019 el grupo de los “junior” (de 16 a 34 años) perdió más de tres millones de efectivos, una pérdida que sería aún mayor de no ser por la inmigración extranjera. Los activos a esas edades pasan de 9,1 millones a 6,1 millones y su peso relativo, de un 40% a un 26,5%. Pese a ello, superan a los “seniors” (de 55 años o más) en cuanto a población activa (6,1 millones frente a 4 millones).
Una evolución similar se observa en la ocupación. Entre 2008 y 2019, los jóvenes ocupados pasan de 7,8 millones a 4,8 millones y su presencia en el conjunto de la población ocupada pasa de un 38% a un 25%, aunque esto no impide que haya más jóvenes ocupados (4,8 millones) que seniors (3,5 millones).
En general, los jóvenes ocupados tienen un nivel educativo más alto que los seniors. Las principales ramas de actividad son el comercio, las industrias manufactureras, la hostelería, los servicios sociales y la educación. La jornada laboral a tiempo completo va subiendo hasta el grupo de 30- 34 años, donde ya es predominante (85%).
Por categorías de ocupación, destacan los grupos de vendedores (comerciales) y de mantenimiento, así como el de los profesionales. Completan el top cinco los técnicos y los profesionales asociados, los administrativos y los artesanos y afines. Hay 1,2 millones de parados jóvenes, que suponen el 40% de los desocupados del país, y entre ellos tienen tasas más altas los varones que las mujeres
El fuerte envejecimiento ocurrido entre 2008 y 2019 ha hecho que la población de 55 años o más haya crecido en 2,5 millones, con un pequeño predominio de las mujeres (1,3 millones frente a 1,2 millones de hombres).
En 2019, antes de la maldita pandemia, los seniors suponen un 38% sobre la población de 16 años o más. Este aumento de los seniors se traduce en un crecimiento volumen de seniors en activo, que pasa de 2,5 millones en 2008 a más de 4 millones en 2019, y de su participación en la población activa total, que evoluciona de un 11% a un 17%.
A pesar de ello, los jóvenes les aventajan en su participación en la población activa total (26% y 17%, respectivamente). En cuanto a los ocupados, pasan de 2,3 millones a 3,5 millones (de un 11,6% a un 17,8% en el conjunto de la población activa), pese a lo cual los jóvenes aún aventajan a los seniors. Los seniors ocupados solo son significativos en el grupo de 55-59 años, con una tasa de ocupación del 60%
Después, los valores caen de manera pronunciada, lo cual confirma el predominio de una cultura de abandono temprano del trabajo. Hay que reiterar el menor nivel educativo de los seniors, especialmente en la formación terciaria
En cuanto a sus principales ramas de actividad, destacan el comercio, las industrias manufactureras, la Administración pública y la defensa, las actividades recreativas y de entretenimiento y la educación. Hasta una edad avanzada (70 años o más), la inmensa mayoría de los seniors que trabajan lo hacen a tiempo completo.
Profesionales y vendedores son las principales categorías de la ocupación. También formarían parte del top cinco los administrativos, los técnicos y profesionales asociados y las ocupaciones elementales. Hay casi medio millón de parados seniors, lo que supone el 15% del total de los desocupados del país.