España se sitúa a la cola de la OCDE en trabajadores mayores de 55 años

España se encuentra a la cola de empleabilidad en personas mayores de 55 años entre los países de la OCDE. Y aunque la tendencia en los últimos años ha sido favorable para la participación de este colectivo en el mercado laboral, los niveles se encuentran aún por debajo de la media de los principales países desarrollados del mundo. Concretamente, a finales de 2019 -últimos datos homogeneizables a las diferentes regiones, previos al impacto de la pandemia-, España ocupaba una posición intermedia en el conjunto de la OCDE, con una tasa de actividad del 62,6% en el grupo de edad de 55 a 64 años, por debajo del 64% que presentan de media el resto de países.

Sin embargo, esta participación se desploma en nuestro país en las edades posteriores a 65 años, momento en el que legalmente se establecía el retiro en el año de la muestra -en 2021 la edad legal de jubilación en España se sitúa en los 66 años-, donde la tasa de ocupación alcanza apenas un 7%, contra el 27% que registran de media los países de la OCDE para la cohorte de entre 65 y 69 años. Es decir, la empleabilidad y ocupación en la población por encima de la edad legal de jubilación es en España casi cuatro veces menor en comparación con la media de estos países más desarrollados.

Más de un año en paro

La cuestión sobre las escasas oportunidades que tienen las personas que alcanzan los 55 años y deben buscar trabajo o cambiar de empresa se observa en el alto volumen de los desempleados en esta cohorte de edad que además llevan más de un año tratando de reinsertarse en el mercado laboral. Si bien hay que partir de la base de que en España, las tasas de empleo y participación en las edades entre 55 y 64 años son 20 puntos porcentuales inferiores a las observadas entre adultos más jóvenes.

Así, aunque las diferencias en las tasas de desempleo son mucho menores, estas han sido particularmente desfavorable para los mayores. De modo que su peso entre los desempleados ha subido del 7% al 16% en el intervalo 2008-2019 alcanzando el 24,5% entre los parados de larga duración (más de un año de antigüedad en la demanda de empleo) a finales de 2019.

 

Es más, de acuerdo con los datos del INE, el 59,2% de los parados mayores de 55 años son parados de larga duración, subiendo la cifra hasta el 61,9% en el caso de las mujeres españolas.

En este sentido, según apuntan los expertos de Fedea en su informe publicado recientemente sobre La compatibilidad del trabajo y el cobro de pensión en España aunque el patrón en España está marcado por el frenazo impuesto por la Gran Recesión entre 2008 y 2013. La tasa de empleo de trabajadores entre 55 y 64 años es algo menor del 55%, presentando una aumento de 15 puntos porcentuales desde el año 2000 y a una distancia de unos 5 puntos de la media Europea.

Las subidas en la tasas de empleo europeas han venido asociadas a un retraso sistemático en la edad de salida del mercado de trabajo de las cohortes de edad más avanzada: en las últimas dos décadas la edad efectiva de jubilación ha aumentado en 2,7 años para mujeres y en 2,3 años para varones entre los países de la OCDE. Esta evolución globalmente positiva responde a una combinación de procesos: el reemplazo generacional en las cohortes de mujeres, la mejora general en la salud y la mejora en el nivel educativo medio, a parte de la reforma en los sistemas de pensiones “de reparto” y el aumento en la compatibilización entre trabajo y pensión.

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