El economista norteamericano Arthur Okun, allá por los años 70, intentó medir algo tan complicado como el deterioro de la clase media y baja. Con el fin de cuantificarlo y poder realizar comparativas diseñó el llamado ÍNDICE DE MISERIA que definió como la suma de la tasa de paro con la inflación media anual.
El Índice de Miseria es representativo de ”la miseria” de un país pues los ingresos de las clases medias dependen casi exclusivamente de su salario, cuya amenaza es doble: el paro, porque dejaría de percibir ese sustento, y la inflación, porque erosiona su poder adquisitivo y el valor de sus ahorros. Por eso este índice también se suele asociar al desasosiego y la infelicidad de las clases medias, que se ven amenazadas cuando este índice es alto.
El INE ha publicado dos datos relacionados con este índice: la Encuesta de Población Activa (EPA) y el anticipo del IPC del mes de abril. Ninguno de los dos fue bueno.
La EPA del primer trimestre mostró que subió el paro en 70.000 personas, que casi la mitad de los 3.175.000 parados son parados de larga duración, que el colectivo de mayores de 55 años es uno de los grandes damnificados de la crisis y que seguimos sin recuperar los niveles de empleo privado previos a la pandemia: se han destruido 127.400 empleos privados mientras que han aumentado 214.900 empleos públicos. Por cierto, la totalidad de este empleo público creado es temporal; en esto el gobierno tampoco predica con el ejemplo.
El segundo mostró una inflación que sigue muy alta, realmente solo ha bajado dos décimas en el mes, aunque la interanual baja más por el efecto base. El aumento de un punto porcentual en la inflación subyacente, hasta el 4,4%, muestra que la subida de precios se está trasladando ya a todos los bienes y servicios, y amenaza con hacer estructural la subida de precios e insoportable llegar a fin de mes.
En el gráfico siguiente vemos la evolución de la tasa de paro, de la inflación y de la suma de ambos –índice de Okun– en el caso de España entre 2007 y hoy.
En este gráfico se observa una diferencia esencial entre la anterior crisis financiera, la de 2008, y la actual: en la crisis financiera de 2008 el deterioro de las clases medias se produjo por el aumento del desempleo, pero hubo incluso períodos en los que la inflación fue negativa, pero en la crisis actual, el deterioro de las clases medias se produce por el aumento de la inflación, que lleva ya doce meses consecutivos subiendo.
También se puede hacer una comparativa entre diferentes paises. Con los datos de febrero, España era el segundo país de toda la UE con el mayor índice de miseria, tan solo detrás de Lituania, a la que posiblemente hayamos superado en marzo cuando rozamos la inflación de doble dígito. Las crisis son globales, pero su gestión errónea nos sitúa a la cola de todos los indicadores económicos y sociales
El último gráfico recoge el índice de miseria a lo largo del tiempo, desde 2007 hasta hoy, diferenciando en rojo los años en los que gobierna el PSOE y en azul los años en los que gobierna el PP.
Una imagen vale por mil palabras y la conclusión es muy clara, por mucho que nos diga la propaganda de los “gobiernos progresistas”
LA CRISIS QUE NOS RONDA
Es la extraña situación en la que vivimos los españoles de a pie: no notamos una crisis como eran las anteriores, puesto que no hay destrucción de empleo y hay dinamismo económico pero, por otro, el dinero cada vez nos cunde menos.
Que ello implique un menor consumo puede significar que los ingresos empresariales caigan y por tanto dejen de contratar e incluso prescindan de trabajadores y entonces sí que veremos una crisis como las que ya conocemos. Si las familias siguen tirando de ahorros y mantienen el gasto, unido a la fuerte inversión pública gracias al dinero europeo, viviremos un 2022 con muchos miedos pero un crecimiento más que aceptable. No obstante, si nos fijamos en este gráfico comparando las grandes economías europeas, e incluyendo la previsión para el PIB de este año realizada por el FMI, es evidente que España se queda atrás
Se puede comprobar que otras economías han recuperado el nivel prepandemia, algo para lo que nosotros tendremos que esperar a 2023. Las excusas de este peor comportamiento suelen ser que en nuestro país el turismo es muy importante y el virus lo hundió en 2020 y no se recuperó lo bastante en 2021, pero su importancia es similar en Italia, e incluso superior en Grecia, y ellos lo han hecho mejor. Tampoco hay una explicación a por qué tenemos un nivel de IPC tan alto, de casi el doble que Portugal
Lo más triste es que el milagro económico español existe y es especialmente relevante desde que el país ingresó en la UE en 1986. Incluso con todo lo mal que han ido las cosas desde la crisis de 2008 en comparación a nuestros vecinos, aún hoy, somos los que más hemos crecido de las grandes economías del continente, destacando mucho sobre Italia que es la economía de las grandes más similar a la nuestra, y que además tiene más deuda pública que España:
En resumen, España ha ido muy bien en crecimiento, muy mal en tasa de paro y, desde 2008, tenemos una propensión a que nuestros gobiernos gasten mucho más de lo que ingresan por lo que la deuda pública se ha disparado muy rápidamente a niveles muy peligrosos, y que pueden ser aún más graves si, como parece, se reduce el, hasta ahora, muy generoso apoyo de BCE. Por otra parte, tenemos un problema de envejecimiento poblacional que, unido al enorme gasto en pensiones y en cuidados médicos, está condenando a la Seguridad Social a un déficit crónico de muy difícil solución. Como además el próximo año hay elecciones generales, es casi seguro que no se tomarán medidas impopulares, aunque sean necesarias. Y a más corto plazo tenemos el problema, global pero claramente agravado en España, de la alta inflación.
Todo esto en medio de un contexto internacional complicado, con una guerra en Europa, problemas de confinamientos en China por el Covid, un caída del PIB estadounidense (el motor económico mundial) en el primer trimestre y unos mercados que han empezado a corregir con mucha brusquedad las bajísimas rentabilidades de la deuda. Es decir, que no estamos en crisis, pero nos ronda.