España: el país con las pensiones más generosas del mundo (y tres veces más altas que otros)
En el Reino Unido están descontentos con la actualización de las pensiones. Desde este 8 de abril, los jubilados que hayan cotizado 35 años cobrarán 958 libras esterlinas al mes, que al cambio son 1.120 euros. Quizá parezca una broma , pero se trata de la prestación contributiva completa. Eso pese a que se ha revalorizado un 8,5%, lo que supone una ganancia de 1.055 euros más al año. El enfado es evidente, y han cogido los prismáticos para fijarse qué jubilaciones tienen los países y la comparación ha resultado más que odiosa: España tiene el verdadero retiro dorado.
A los jubilados británicos que cobran la prestación completa se le suman los que reciben una pensión básica. Estos corren peor suerte por no completar el porcentaje de la base reguladora y solo les corresponden un mínimo de 793 euros al mes (678 libras), una cantidad que aumenta proporcionalmente al número de años que hayan contribuido al sistema público
Ahora se entiende un poco más por qué los británicos adoran jubilarse en España. No solo es por el sol y la playa, sino porque somos un país más barato donde gastar su raquítica paga. Buen tiempo y precios al margen, ahora les gusta algo más de nosotros: las pensiones. El importe máximo de cualquier prestación contributiva asciende en 2024 a 3.175,04 euros mensuales. Eso es casi tres veces más que la pensión completa británica.
Además, los ingleses cobran el subsidio semanalmente y no cada mes. Tampoco saben que es eso de las pagas extraordinarias como las que hay en España (14 mensualidades). El Reino Unido establece la misma cantidad para todas las pensiones, solo variable según los años cotizados y sin relación alguna con los ingresos obtenidos. Es la llamada ‘flat-rate amount’ (tarifa plana) a diferencia del sistema español, que también vincula la pensión al salario (y cotización) percibido.
España es, junto a Grecia y Estados Unidos, el país más generoso del mundo. Las pensiones del Reino Unido se sitúan por detrás de Alemania (2.501 euros al mes como importe máximo), Dinamarca (1.942 €/mes), Francia (1.835 €/mes), Holanda (1.438 €/mes) y Australia (1298 €/mes), según datos de la OCDE para 2024.
¿Trabajar mientras cobras la pensión por jubilación? Esto hacen otros países
Con el envejecimiento de la población, las dudas en torno al sistema de las pensiones, la precariedad en el empleo o las recientes presiones inflacionistas… Se buscan fórmulas para seguir teniendo fuentes de ingresos en los últimos años de vida laboral.
El Ejecutivo estudia plantear la compatibilidad gradual de la pensión con el salario a medida que se retrase la jubilación. Así estaría recogido en una propuesta que el Gobierno ha planteado a los agentes sociales, y de este modo, un pensionista que se mantenga en activo cinco años o más, después de cumplir la edad ordinaria de jubilación, pueda hacer compatible toda la prestación con el salario. Hasta ahora, sólo los trabajadores autónomos pueden cobrar el 100% siempre y cuando tengan al menos un trabajador contratado. Si eres trabajador por cuenta ajena, hasta ahora se puede cobrar el 50% de la prestación.
Según los últimos datos disponibles de la Oficina de Estadísticas Laborales de EEUU, el número de trabajadores con 75 años o más ha crecido en un 54% entre 2010 y 2020 y se prevé que crezca un 96% entre 2020 y 2030. Para dentro de 6 años, se espera que casi el 10% de la fuerza laboral tenga más de 65 años.
Hace unas semanas, se presentaron cifras que dejaban en evidencia que muchos estadounidenses no se pueden jubilar. Casi la mitad de los estadounidenses de 55 años o más no tienen ahorros para su retiro. Y casi la mitad de todos los estadounidenses corren el riesgo de tener una jubilación financieramente insegura, en comparación con la proporción de un tercio que había en 1983. El 52% de su población de 65 años o más viven con menos de 30.000 dólares al año y uno de cada cuatro sobrevive con menos de 15.000.
Una persona jubilada en los Estados Unidos puede trabajar hasta 867 horas en un año fiscal (del 1 de julio al 30 de junio del año siguiente) sin afectar su beneficio de jubilación. Para hacernos una idea, en España, el Estatuto de Trabajadores cifra el máximo de horas laborales anuales en 1.826 horas. Entonces, un jubilado en Estados Unidos puede trabajar al año algo menos de la mitad de lo que trabaja un empleado normal en España, mientras cobra su prestación.
En Europa, Estonia lidera el ranking con más personas mayores de 65 que todavía trabajan. En concreto, un 14% de su fuerza laboral, según datos de la Comisión Europea. Le siguen Irlanda, Portugal y Letonia. La media de la Unión Europea está en el 5,7%. En España, este porcentaje baja al 2,4%.
Japón no es país para viejos: ancianos que optan por ir a la cárcel a falta de asilos
En Japón la población está envejeciendo a pasos agigantados. Tanto que casi no hay recursos para atenderla. Ante el desamparo en el que viven, algunos ancianos toman decisiones desesperadas… como ir a la cárcel.
Yubaru es la ciudad más envejecida de Japón: uno de cada dos vecinos tiene más de 65 años. También tiene la mayor deuda en todo el archipiélago desde el cierre de la última mina de carbón, en 1990. Pero Yubaru lucha por ser la población más ejemplar del país. Su alcalde, el carismático, de 40 años, decidió que su salario tan solo iba a ser de 2000 euros al mes, el más bajo de todos los alcaldes del país. Su prioridad: que los residentes ancianos vivan sus últimos días con dignidad.
Yubari es un microcosmos del futuro de Japón: el país más longevo del planeta que, además, vive un rápido proceso de envejecimiento. En 1975, su población era la más joven de la OCDE, con un 8% de mayores de 65 años. Hoy los ancianos representan el 27% y en 2050 supondrán el 41%. «Por primera vez en nuestra historia, las ventas de pañales para adultos han superado a las de pañales para bebés», anunció recientemente el principal fabricante japonés
Con una tasa de natalidad de 1,43 niños por mujer, la renovación de las generaciones no está garantizada. Además, los inmigrantes solamente suponen el 1,4 de la población del país, y es que Japón es una de las sociedades más cerradas del mundo.
En esta dinámica, en 2013, el vice primer ministro de Economía, de 73 años, llegó a decir: «El problema de los gastos enormes que conlleva la tercera edad tan solo va a resolverse cuando los incitemos (a los ancianos) a darse prisa en morir». Así que, si no eres una especie de tesoro nacional viviente, una figura reverenciada o un ministro, el pelo se te vuelve blanco de golpe en cuanto escuchas las noticias. La única perspectiva es seguir trabajando hasta que no puedas más.
Entre los 126 millones de japoneses, la cuarta parte de la mano de obra ahora es mayor de 65 años. Como promedio, el japonés deja de trabajar a los 69. Seguir trabajando, en cualquier cosa, es para la mayoría de los japoneses una necesidad. Sobre todo hoy, cuando ya no pueden contar con los hijos y nietos que en el pasado vivían bajo el mismo techo. Los más acomodados siempre pueden irse a vivir a residencias de ancianos, aunque las listas de espera son largas: 520.000 personas están esperando una plaza. Pero quienes han tenido unos salarios modestos se encuentran con graves dificultades. En el país se dan más suicidios entre los sexagenarios que entre cualquier otro grupo de edad. No pasa una hora sin que se descubra un nuevo caso de kodokushi (‘muerte solitaria’). Todos los años se descubren 30.000 cadáveres –dos terceras partes, mayores de 60 años– semanas y hasta meses después de morir.
La muerte no es la única salida desesperada. Es el caso del señor K., de 80 años, que se jubiló hace siete. Actualmente está interno en la cárcel de Onomichi y ha pasado casi toda su jubilación entre rejas. La razón de su detención: el robo de un poco de sushi. Reincidente en este tipo de pequeños delitos, fue condenado a pena de cárcel. «Aquí les dan de comer, tienen un techo, cuidan de ellos… Muchos ancianos cometen pequeños robos para que los manden a la cárcel», explica la trabajadora social en el centro de reclusión de Onomichi, una prisión donde solo hay ancianos. Desde 2013, las cifras de delincuencia senil superan a las de delincuencia juvenil. «Prefieren la cárcel para sentirse menos solos, hacer amigos y para recuperar la disciplina personal, perdida después del retiro». El desafío en Onomichi no es impedir las huidas, sino convencer a los reclusos de que se marchen… para no volver.