CARPE DIEM (disfruta el momento) BASTA YA DE QUEJAS Y LAMENTOS

Evidentemente TODO ES POLÍTICA, entendida ésta como debate ideológico, pero…

 

El “poder político” (los poderes legislativo -que hace las leyes- y ejecutivo -que aplica las leyes-), en principio en una democracia, se ejerce por los representantes elegidos para ello por los propios ciudadanos. La elección de dichos representantes se vehiculiza generalmente a través de los partidos políticos que se presentan a las respectivas elecciones ciudadanas.

 

Cierto es que los partidos políticos en toda Europa son cada vez más simples plataformas electorales de los líderes de turno que ansían, legítimamente, ejercer el poder político pero ya no tienen un entramado ideológico compacto y coherente basado en una ideología general económica y social, más allá de los términos puramente electoralistas, y han dejado de ser, en general, el cauce adecuado para que el ciudadano haga valer su opinión y su voz en cuestiones cotidianas.

 

Afortunadamente existen numerosos Colectivos/Plataformas/Movimiento más o menos reivindicativos sobre cualquier asunto que afecte a los ciudadanos, pero también es cierto que, lamentablemente, la inmensa mayoría de ellos están contaminados por los partidos políticos (plataformas electorales) que buscan en ellos una vía de apropiarse de esas reivindicaciones legítimas como simple propaganda en los medios de comunicación de sus propios intereses electorales.

Ver: Lista de plataformas de España

El planteamiento correcto es analizar la legislación vigente (redactada por los representantes políticos) y proponer posibles reformas sobre dicha legislación. Los cauces para ello, aunque variados, no son desgraciadamente lo efectivos que deberían ser.

 

Existe un período de consulta popular tanto en España como en las CCAA donde los ciudadanos pueden leer los proyectos y propuestas de ley y sus reglamentos de desarrollo para opinar y plantear sus aportaciones. Esas consultas NO son, evidentemente, vinculantes, pero son un cauce adecuado para expresar opiniones, en cualquier caso, mucho más efectivo que cualquier grupo Facebook o cualquier otro foro de la red.

 

VER: Participación pública en proyectos normativos

También se pueden utilizar los portales de transparencia del Ministerios correspondientes para visibilizar cualquier demanda popular.

 

VER: Portal de Transparencia del Estado

El Defensor del Pueblo también puede ser utilizado para plantear demandas concretas sobre asuntos generales en el ámbito de los derechos ciudadanos.

 

Ver: El Defensor del Pueblo

Por otra parte la Constitución  en su artículo 87.3 prevé la participación de los ciudadanos en el proceso de producción normativa, configurando al pueblo, mediante la presentación de 500 000 firmas, como sujeto de la Iniciativa Legislativa Popular (ILP), y posibilita la apertura de vías para proponer al poder legislativo la aprobación de normas cuya necesidad es ampliamente sentida por el electorado, aunque dichas iniciativas ciudadanas no pueden versar sobre materias propias de ley orgánica, tributarias o de carácter internacional, ni en lo relativo a la prerrogativa de gracia. Desde 2019 se han presentado más de 20 ILP.

 

VER: Iniciativa Legislativa Popular

En definitiva, el procedimiento puede ser:

 

  1. ANALIZAR CON RIGOR la cuestión y la legislación implicada
  2. COMPARTIR el análisis y DEBATIRLO en los ámbitos más próximos AFECTADOS por la cuestión
  3. ORGANIZARSE para TRASMITIR las conclusiones del debate, utilizando los cauces adecuados apoyándose para ello en OTROS COLECTIVOS ya existentes previamente
  4. PUBLICITAR las posibles iniciativas para la resolución del conflicto

 

NOTA: Portales tipo “change” NO son de ninguna utilidad, más allá de un desahogo, pues para presentar cualquier reclamación/reivindicación, es necesario que la “recogida de firmas” contenga al menos los dos apellidos y el DNI. Probablemente, “change” cuente actualmente con una de las bases de e-mails más grandes del mundo y posiblemente esté comerciando con dichos datos con empresas para realizar campañas de e-mail marketing y construir bases de datos con total legalidad

 

LA LACRA DE LOS CENIZOS PASIVOS Y AMARGADOS.

La búsqueda del equilibrio (y de la felicidad que conlleva) es una cuestión que se plantean los filósofos de forma recurrente. Las tres escuelas de filosofía en la Grecia clásica daban respuestas alternativas. El estoicismo propugnaba despegarse de las cosas materiales y buscar el equilibrio en nuestro interior, el imperio de la razón sobre las necesidades físicas. Por su parte, el epicureísmo proponía explorar todo tipo de placeres, alcanzar el éxtasis mediante la experiencia sensorial e intelectual. Finalmente, el cinismo cuestionaba el sentido de la pregunta sobre la búsqueda de la felicidad, porque es imposible encontrar respuestas certeras a este tipo de interrogantes: es preferible vivir como se quiera y justificarlo como nos parezca. Pero ninguna de esas tres alternativas satisface completamente las aspiraciones de la mayoría de la gente, que no son escépticos, ni quieren vivir como eremitas o en el exceso permanente.

 

Arthur Schopenhauer, el filósofo alemán al que se suele etiquetar como “pesimista”, hizo sin embargo un intento de la teoría sobre la felicidad, que le llevó a formular una serie de recomendaciones para la vida corriente de la gente corriente:

 

  1. Entender la felicidad como un camino

La primera recomendación es entender la felicidad como camino, no como un destino, no como un objetivo alcanzado. Esta afirmación evoca el significado de la vida como viaje. De hecho, para mantenerse en una situación determinada, conservar una relación personal o persistir en un estado de ánimo equilibrado hace falta seguir esforzándose: la opción de “seguir igual” no implica simplemente no hacer nada. Esto lo hemos aprendido sobre la importancia de la resiliencia durante la pandemia: una parada es un retroceso.

Para ser feliz es necesario continuar mejorando de forma permanente y proponernos nuevas metas. No se puede vivir de la buena reputación y los logros del pasado. Hay que seguir demostrando la valía con el desempeño personal, fundamentalmente porque mejorará nuestra autoestima y nuestra felicidad.

 

 

  1. Ser no es tener

No hay que confundir mejorar y progresar con acumular más cosas. Ser no es tener, como han explicado muchos filósofos. Schopenhauer explica el sentimiento de vacío que sobreviene al logro de un bien material en el que se ponen todas las expectativas. “La riqueza es como el agua del mar: cuanto más se beba, más sed se tendrá. Lo mismo vale para la fama”, explica. Y también es aplicable al poder y a los cargos en la empresa, si no se entienden con vocación de servicio.

 

  1. Evitar los sentimientos extremos

Evitar los sentimientos extremos, especialmente la envidia, el odio y la ira. La envidia es un vicio especialmente dañino, porque genera amargura. Como afirmaba Séneca “Nunca serás feliz si te atormenta que algún otro sea más feliz que tú”. La generosidad es la estrategia ganadora a largo plazo, y las personas que la cultivan reciben un reconocimiento recíproco.

 

  1. La felicidad está intrínsecamente relacionada con la salud

Como explica Schopenhauer, “nueve décimos de nuestra felicidad se basan únicamente en la salud”. Curiosamente, el filósofo alemán se anticipa a los avances de la neurociencia y a toda la corriente de bienestar (“wellbeing”) Dado que la salud física tiene un carácter relativamente efímero, es fundamental la resiliencia y la búsqueda del equilibrio, entendido como un estado de conciencia que permite hacer frente al dolor. Pero en todo caso, como decía el adagio latino, mens sana in corpore sano, si se cuida la salud corporal se estará construyendo una mejor salud mental.

 

  1. Ejercitarse en la alegría

El último consejo es la importancia de ejercitarse en la alegría de forma sistemática. La alegría es un estado de ánimo que se puede cultivar, y cuanto más se práctica más se consigue. Como explicaba Sigmund Freud, “el humor desanuda la represión, genera proximidad y contribuye a un mejor ambiente”. Por eso es recomendable el uso del humor en algunos momentos, para romper el hielo o destensar una discusión sin por ello banalizar el intercambio de ideas.

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