El trilema de nuestro sistema: nuestras pensiones pueden ser generosas –tener una tasa de reposición alta, como es el caso-, contributivas –esto es, financiarse con cargo a contribuciones de empresas y trabajadores- y viables –que se mantengan a lo largo del tiempo. Pero sólo podemos elegir dos de las tres características.
¿Cómo podemos los ciudadanos guiarnos en este trilema? En primer lugar, respondiendo como personas adultas y reconociendo los límites del sistema. Negarnos a reconocer este trilema no es propio de políticos responsables con las futuras generaciones. Y los incentivos para hacerlo son muy altos: a fin de cuentas, los jubilados son una fuente importante de voto para los partidos mayoritarios, particularmente para el PSOE y el PP. Es entendible que los partidos no quieran castigar a sus votantes predilectos, pero no es aceptable que les oculten el problema.