Pese a que la desaceleración económica y algunas medidas por parte del Gobierno han lastrado la creación de empleo, todavía hay cincuenta sectores que tiran del mercado laboral, liderados por la sanidad, el comercio o distintas áreas del sector servicios y la industria. No obstante, también hay otros 35 sectores en negativo, en un descenso provocado en gran medida por el alza del SMI y la ralentización del empleo público tras las elecciones de 2019.
El mercado laboral se ha frenado notablemente a lo largo del último ejercicio, en el que se crearon 402.300 empleos, bastantes menos que los 566.200 puestos de trabajo generados en 2019, de acuerdo con los datos de la última Encuesta de Población Activa, que publicó la semana pasada el Instituto Nacional de Estadística (INE).
Se trata de unos datos agridulces, ya que por un lado indican un repunte del mercado laboral en los últimos meses del año, tras la fuerte desaceleración experimentada especialmente entre abril y septiembre, pero por otro muestran un empleo a dos velocidades, donde la mayor parte del dinamismo se concentra en unas pocas regiones, como Madrid, Canarias y Andalucía, mientras que otras, como Extremadura o Castilla-La Mancha, sufren para amoldarse a la subida de costes empresariales que implica el alza del salario mínimo. Con todo, la nota positiva es que todavía hay 52 sectores que tiran del mercado laboral, por 35 que están en negativo.
En concreto, las actividades sanitarias, el comercio y los servicios personales son los principales nichos de empleo, con la generación de 178.400 puestos de trabajo entre las tres. Es decir, casi una tercera parte de los nuevos ocupados entre todas las actividades que crean empleo, en un año marcado por la pérdida de pujanza de la industria exportadora. Entre todas las actividades, destacan las sanitarias, con 70.800 nuevos puestos de trabajo, un 6,5% más que en 2018, un avance que triplica la media del mercado laboral.
Este sector ha crecido de forma continuada en los últimos años, debido a que a las mayores necesidades de la población por el envejecimiento demográfico se han sumado al entorno de mayor empleo público generado por las elecciones a todos los niveles y por la mayor disponibilidad de dinero tras los apuros presupuestarios hasta 2016. Además, a la sanidad se suman un amplio abanico de empleos creados principalmente desde el sector público, como es el caso de los servicios sociales, sin incluir alojamiento, que añaden otros 27.800 puestos de trabajo, o la asistencia social en residencias, que aporta otros 16.000.
En segundo lugar queda el comercio al por mayor, con 62.700 nuevos puestos de trabajo, a lo que se suma también la fortaleza del comercio al por menor, con otros 21.900 ocupados más, y la venta y reparación de vehículos, que añade 8.000 empleos más. Este avance se sustenta, en gran medida, sobre la fortaleza de la demanda interna, que sigue creciendo impulsada por la subida de los salarios y las mayores transferencias desde el sector público, en forma de un creciente gasto en pensiones y en sueldos públicos, así como algunas ayudas sociales.
Servicios
Sin embargo, es el sector servicios el que concentra más nichos de creación de empleo de muy diversa índole. Es el caso de otros servicios personales (donde se incluyen la peluquería o los entrenadores personales), con 44.900 puestos de trabajo más en 2019, la programación y consultoría informática (32.500), las actividades jurídicas y contables (31.200) o las actividades de jardinería y servicios a edificios (24.500).
Sin embargo, dentro de este sector la hostelería se ha dividido en dos velocidades, debido a que los ciudadanos españoles han seguido ganando poder adquisitivo mientras que el turismo se ha visto frenado por la menor demanda internacional y la fuerte competencia por parte de otros destinos del Mediterráneo. Así se explica que los servicios de restauración hayan generado 25.100 nuevos puestos de trabajo mientras que los de alojamiento apenas hayan aportado 500 empleos.
También el sector manufacturero ha recuperado parte del lustre perdido en los meses anteriores, con fuertes avances en algunos subsectores. Es el caso de la industria de la alimentación, que ha generado 18.900 puestos de trabajo, seguida de la fabricación de productos metálicos (15.200), la confección de prendas de vestir (11.700), la de productos farmacéuticos (10.700) o la de artes gráficas y grabados (9.500).
Además, una de las grandes virtudes del sector secundario es su efecto tractor sobre otras áreas de la economía, como son el transporte o determinadas áreas del sector servicios. De hecho, se calcula que cada puesto de trabajo en la industria genera otro en el resto del mercado laboral. Entre estas áreas que se han podido ver beneficiadas por este impulso, se encuentran el almacenamiento y las actividades anexas al transporte (25.800 nuevos puestos de trabajo), los servicios técnicos de arquitectura e ingeniería, incluyendo ensayos y análisis técnicos (13.300 empleos más en 2019), la I+D (8.700) o el transporte terrestre (7.900).
A esto hay que sumar también la construcción, que todavía cuenta con dos de sus tres ramas en positivo a pesar de que el PIB de esta área entre en retroceso en el cuarto trimestre, según los datos publicados el pasado viernes. Así, la ingeniería civil lidera este avance, con 9.200 empleos más que el año anterior, seguida de la construcción especializada (4.700 nuevos puestos de trabajo), compensando la caída de la construcción de edificios (10.000 empleos).
Destrucción
Sin embargo, no es la única actividad que pierde empleo en los últimos doce meses. De hecho, hay actividades que se han visto muy lastradas por algunas decisiones gubernamentales, como han sido la subida del Salario Mínimo Interprofesional o el incremento del tope de las cotizaciones sociales, que han afectado especialmente tanto los sectores con un menor sueldo como a aquellos con una retribución más elevada.
De hecho, no es casualidad que el empleo doméstico haya sido el que más empleo ha destruido a lo largo de los últimos doce meses (con la pérdida de 36.400 puestos de trabajo), seguido de la agricultura, la ganadería y la caza (33.400 empleos). De hecho, este último sector se ha movilizado en las últimas semanas contra los estragos causados por el incremento de los salarios, reclamando unos mayores precios de venta para poder compensar de alguna forma este incremento.
Y también se han podido ver afectadas por esta medida las actividades administrativas de oficina y otras actividades auxiliares a las empresas (que se dejan 14.000 puestos de trabajo), las actividades auxiliares a los servicios financieros y a los seguros o las actividades inmobiliarias (que pierden 6.900 empleos en cada caso). Además, hay que señalar que el impacto de este incremento habría sido mayor en aquellos lugares con sueldos más bajos, donde es más complicado asumir el coste, como es el caso de Extremadura, Andalucía, Canarias o Castilla-La Mancha.
Asimismo, se ha visto dañada la fabricación de vehículos de motor, con la destrucción de 17.100 puestos de trabajo, un 7,2% del total. Aunque es cierto que la incertidumbre desatada por el Ejecutivo y la regulación en algunas ciudades han jugado un papel esencial sobre este sector, al lastrar las ventas, lo cierto es que hay otros factores que han jugado un papel más importante, como es el hecho de que España no haya logrado buena parte de los últimos nuevos modelos frente a otras plantas en Europa, mientras que muchos de los coches fabricados en el país han perdido atractivo, como refleja por ejemplo la regulación de empleo en la fábrica de Ford en Valencia.
Y también entre las actividades más dañadas queda la industria química, muy afectada por el destope de las cotizaciones sociales el año pasado. De hecho, la patronal de este sector, Feique, ya advertía a principios de 2019 de que este incremento para aquellos trabajadores con un sueldo bruto mensual por encima de 3.803,7 euros al año incrementaría hasta un 7% el coste para la empresa de la previsión social, lastrando la competitividad del sector y dañando la contratación.
Otro gran grupo de sectores que han destruido empleo son muchas actividades ligadas al empleo público, que sufren la resaca postelectoral. Es el caso de la educación, que pierde 12.000 puestos de trabajo, o de la propia Administración Pública, incluyendo la Defensa, que se deja otros 6.000 empleos. Hay que tener en cuenta que, aunque el sector público sigue creando empleo, el envejecimiento demográfico hace que estos puestos de trabajo estén cada vez más orientados hacia la sanidad y servicios sociales.
También hay un amplio número de subsectores en retroceso dentro del ámbito de la comunicación, como es el caso de la grabación de imagen y sonido (que se deja 12.100 puestos de trabajo), los servicios de información (pierden 3.700) o la programación y emisión de radio y televisión (600).
Finalmente, la construcción de edificios se ha dejado 10.000 puestos de trabajo, como resultado de la desaceleración de la demanda a lo largo del año. Y esto, a su vez, puede pasar factura en el futuro a algunas industrias que actualmente siguen en positivo, pero que son muy dependientes de las nuevas viviendas, como es el caso de la fabricación de muebles o la de material eléctrico.