El Pacto de Toledo: “algo huele a podrido”

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Desde analistas hasta la OCDE echan en falta un debate más técnico en la comisión sobre el futuro de las pensiones. De eso se acusa a la comisión del Pacto de Toledo: de dramatización y de politización.

Algo huele a podrido en el Pacto, vienen a pensar desde analistas que han desfilado ante sus portavoces, hasta organismos internacionales como la OCDE.

¿Pero que ha pasado?.

1.-Tras un periodo en dique seco desde el 14 de julio de 2015, el Pacto de Toledo volvía a convocarse el 18 de octubre de 2016. Eran los meses en los que era Mariano Rajoy el que tenía dificultades para poner en marcha un Gobierno estable.
Sin embargo, las necesidades de liquidez del sistema de pensiones y el Gobierno llevaba desde 2012 acudiendo recurrentemente al FRSS para pagar las extras de los pensionistas. Así es que la presidenta del Pacto de Toledo optó por echar a andar la comisión sin esperar al Ejecutivo. Poco antes, en la sesión constitutiva del 28 de septiembre, Villalobos afirmaba que la comisión tenía “suficiente capacidad política y técnica para poder desarrollar su trabajo”, a lo que añadió que esto debía hacerse “con la participación de todos los grupos parlamentarios, con expertos y al margen del Gobierno”.

2.- Pero las posturas estaban radicalmente opuestas en torno a la vuelta o no a la indexación de las pensiones con el IPC. Y entre medias se produjeron movimientos claramente políticos.

3.- Mientras el PP decía que no a una subida de las pensiones con el IPC, el Gobierno de Mariano Rajoy firmaba con el PNV una alianza para sacar adelante los Presupuestos de 2018, que planteaban subidas en línea con el indicador -del 1,6% también en 2019- y un retraso del factor de sostenibilidad.

4.- Ya en la primavera de este mismo año un golpe al debate fue que Pedro Sánchez decidió junto al líder de Podemos que las pensiones subirían con el IPC si éste superaba el 1,6%.

5.- Finalmente, la presión de los jubilados en la calle hizo hincar la rodilla al PP también a puerta cerrada y asumir una recomendación en la que el IPC real apareciera como elemento troncal de ulteriores revalorizaciones de pensiones.

A esas alturas, el futuro de las pensiones se cocinaba extramuros del cada vez menos fortín del Pacto de Toledo, y el daño estaba hecho. Ni el FMI ni la UE habían entendido muy bien por qué España había vuelto a la revalorización de las pensiones con un déficit del sistema cercano a los 19.000 millones de euros.

Meses después vuelven las dificultades para acordar qué hacer con los planes de pensiones de empleo (de empresa) 
Aún pueden cambiar las cosas, a la salida de la última reunión del Pacto de Toledo, una visiblemente enfadada Villalobos se dirigía a la prensa: “Dejadnos trabajar”, decía, mientras fuentes presentes filtraban que la presidenta había planteado, al menos, dejar de anunciar las reuniones, para evitar del desfile de portavoces haciendo declaraciones a los medios con sus carpetas y los logos de sus partidos bajo el brazo.
Más de una veintena de recomendaciones esperan su debate en el seno del Pacto de Toledo, ocasión suficiente para reconducir la situación y mejorar la imagen de la comisión, antes de que todo acabe mal.

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