El gran problema del RETA sigue siendo la infracotización. En España hay más de tres millones de autónomos, y «el 86% de ellos cotizan por la base mínima». Los datos de la propia Seguridad Social certifican esa realidad: los autónomos suponen en torno al 17% de la ocupación total, pero aportan menos del 11% de todo lo que el sistema recauda por cotizaciones.
Consecuencia de ello son las bajas prestaciones que acaban obteniendo los autónomos cuando se jubilan o cuando se ven forzados a dejar su actividad por enfermedad. En España, la cotización media entre los autónomos está en 3.280 euros al año; entre los asalariados, los que cotizan por el Régimen General, ronda los 5.800 euros anuales. Hay un diferencial del 43%, que es el que explica que las prestaciones también sean tremendamente dispares entre uno y otro colectivo. Entre los hombres que fueron autónomos, la pensión media de jubilación ronda los 830 euros al mes, mientras que entre las mujeres supera por muy poco los 600 euros. Sin embargo, las mujeres que se jubilaron en el Régimen General rondan los mil euros mensuales, una pensión promedio que se eleva hasta prácticamente los 1.400 euros en el caso de los hombres.
¿Por qué infracotizan los autónomos? De entrada porque la legislación les da esa opción que, sin embargo, no tienen a su alcance los asalariados. En el Régimen General -trabajadores por cuenta ajena- la normativa de la Seguridad Social establece obligatoriamente la cuota. El empresario paga por el trabajador, en concepto de cotizaciones, un importe equivalente a aproximadamente el 33% del sueldo bruto de su empleado. Y el trabajador, además, abona también una pequeña porción en concepto de cotizaciones sociales, que se le deduce de la nómina. El autónomo, sin embargo, puede elegir su cotización entre una amplia escala cuyo mínimo apenas alcanza los 300 euros mensuales.
Además por incertidumbre de sus ingresos, «la mayoría de las veces los autónomos no incrementan sus cotizaciones a la Seguridad Social, por miedo a toparse con una situación de caída de ingresos en su actividad».
Para avanzar en ese sentido, ATA y UPTA han puesto sobre la mesa del Ministerio de Trabajo una propuesta: permitir que, a fin de año, de forma similar a cómo se permite para los fondos de pensiones, los autónomos puedan realizar aportaciones extra a la Seguridad Social. Es decir, que de forma añadida a las cotizaciones que abonan mensualmente, puedan ingresar una aportación extra una vez que hayan visto cómo les han ido los ingresos del año. Hay que tener en cuenta, además, que las cotizaciones a la Seguridad Social deducen como gasto, y siempre es más rentable para un autónomo dedicar dinero a la «caja de la pensión» que al Impuesto sobre la Renta.