Las nuevas altas del Régimen General alcanzan los 1.582 euros de media, mientras el salario más frecuente en España se sitúa en 1.178 euros mensuales.
Es el ‘jubilado de oro’. Ha acumulado una carrera de cotización más larga que la de sus predecesores en el sistema público y cobró un mejor sueldo que ellos durante su vida laboral. En consecuencia, su contribución total a la Seguridad Social a lo largo de los años ha sido mayor y ha generado el derecho a cobrar una pensión más alta. Ingresa una nómina que roza los 1.600 euros y se sitúa muy por encima del salario que cobran la mayoría de los trabajadores españoles.
A sus mejores condiciones de retiro hay que añadir el impacto de las subidas de las prestaciones que han entrado en vigor este año. El resultado es una pensión disparada en un corto espacio temporal, sin entrar a valorar si es o no demasiada. De acuerdo con los registros de la Seguridad Social, las nuevas altas del sistema ya alcanzan de media los 1.462 euros y llegan hasta los 1.582 euros en el Régimen General, más de 160 euros por encima del nivel de hace apenas un año. Ahora, estos pensionistas llegan a cobrar 400 euros más que el trabajador común, que ingresa 1.178 euros mensuales brutos por catorce pagas, según los datos más recientes del Instituto Nacional de Estadística (INE).
En términos anuales, estos jubilados reciben de media 22.148 euros entre las doce nóminas regulares y las dos pagas extraordinarias de verano y Navidad. Mientras, el salario más frecuente en España se queda en 16.497 euros al año, antes de practicar retenciones a cuenta del IRPF y contribuciones a la Seguridad Social. La diferencia es de más de 5.600 euros y explica de manera muy representativa el problema básico del sistema de las pensiones español: los ingresos por cotizaciones no cubren el gasto que suponen las prestaciones, de ahí el déficit estructural y el cada vez más frecuente recurso al auxilio de la financiación externa.
En consecuencia, el gasto mensual avanza peligrosamente hacia los 9.600 millones de euros. De seguir creciendo a ritmos interanuales superiores al 7% (5% en términos homogéneos) y en ausencia de medidas que apuntalen la sostenibilidad del sistema a corto plazo, el desembolso volará hasta los 10.000 millones en cuestión de meses. El acelerón será intenso –y preocupante–, habida cuenta de que el salto de los 7.000 a los 8.000 millones mensuales tardó más de tres años en producirse, y hasta cuatro ejercicios llegaron a transcurrir entre los 8.000 y los 9.000 millones que se alcanzaron en junio de 2018.