Para poder enderezar el déficit, además de una mayor presión fiscal –que afectaría a los actuales trabajadores de cada momento– o de aumentar el endeudamiento –que hipotecaría a los ciudadanos del futuro–, estos expertos plantean una tercera vía que haga la solución más equitativa: que los pensionistas contribuyan con algo de pérdida de su poder adquisitivo.
“De esta forma el esfuerzo se repartiría equitativamente entre contribuyentes actuales, contribuyentes futuros y los propios pensionistas”, detallan los expertos.
Si este reparto de esfuerzos se hiciera a lo largo de más años, hasta 2050, la presión fiscal no llegaría a un punto del PIB (0,92%), la deuda sobre el PIB tendría que subir unos 21 puntos y los pensionistas soportarían una pérdida de poder de compra de poco más de medio punto anual (0,57%).
Así, si todo el dinero saliera de los impuestos, para anular el déficit acumulado en 2030 habría que subir la presión fiscal cada año casi un 2% (un 21% en 12 años), la deuda acumulada aumentaría en 23 puntos en estos años y la pérdida de poder adquisitivo de los pensionistas se elevaría al 3,5% anual (su pensión valdría un 42% menos en 2030).