El 27% de los parados mayores de 50 años de toda la Unión Europea ya es español. Un dato que ilustra el alcance de un problema que no ha dejado de agravarse en las últimas dos décadas y que condena a los profesionales de esa franja de edad a un callejón sin salida, atrapados entre la salida anticipada del mercado laboral o la precariedad de los empleos eventuales que la reforma laboral apenas ha logrado reducir en su caso.
El último Observatorio Trimestral del Mercado de Trabajo elaborado por Fedea y BBVA Research dedica un apartado específico a los trabajadores ‘seniors’, que arroja un balance demoledor. Con un 12%, su tasa de paro se sitúa en el cuarto puesto de la UE, cuando antes de la crisis financiera era también el cuarto país, pero en la posición inversa: con la menor proporción de desempleados de esa edad. El investigador de Fedea Florentino Felgueroso destaca que nuestro país es el Estado miembro en donde más han aumentado su peso en las últimas dos décadas.
Estos datos palidecen en comparación con la tasa de paro juvenil, que supera el 27,8% y encabeza con rotundidad las de todos los países de la Unión. Pero hay que tener en cuenta que cuando hablamos de tasa de paro hablamos de porcentajes por grupos de edad. En términos absolutos, España es también el país con el más parados senior. Y su cifra supera en un 63,5% la de los menores de 25, según la EPA.
A esto se añade que un 56% de los parados registrados por el SEPE superan los 45 años, lo que implica además un serio problema para las arcas públicas. No solo porque copan la mayoría de las prestaciones y subsidios, sino porque muchos lo hacen directamente hasta el momento de la jubilación anticipada.
Esta fórmula ha sido históricamente utilizada por muchas empresas que pactan con los sindicatos programas de ‘prejubilaciones’ que fomentan la salida de los trabajadores de mayor edad (y salariosmás altos). La excusa era dar entrada a los menores de 25 años en el mercado laboral, si bien la evolución de los datos muestra que ese relevo no solo no se ha producido, sino que ha dado lugar a un ‘sandwich’ de precariedad en el que los trabajadores acceden cada vez más tarde en el empleo y son expulsados de él a edades más tempranas.
Pero este fenómeno ya no se explica únicamente a las prejubilaciones, que, a fin de cuentas, son un sistema que incentiva económicamente que estos trabajadores que pierden un empleo dejen de buscar otro, con lo cual desparecen de la población activa. Lo cual, estadísticamente, reduce el paro tal y como lo mide la Encuesta de Población Activa, lo que contribuye a explicar porque esta fórmula no ha estado peor vista en el pasado.
Pero según el análisis de Florentino Felgueroso, la tasa de actividad de las personas de 50 o más años no ha dejado de crecer en las dos últimas décadas y ya converge con la de las personas de menor edad. En otras palabras: hay cada vez más personas buscando activamente empleo en esas franjas de edad sin encontrarlo. Parados con todas las letras. Ello no impide que la probabilidad de transitar del paro al empleo es menor entre los ‘seniors’ que, entre el resto, mientras la de hacerlo a la inactividad es mayor y apenas ha mejorado pese a la mejora del mercado laboral.
El estudio de los microdatos de la EPA revela algo aún más sorprendente: más de la mitad de los desempleados de 50 o más años no dejaron de trabajar por un despido, sino por haber finalizado un contrato temporal o por ser fijos discontinuos en periodo de inactividad. Hay que tener en cuenta que la EPA, a diferencia de los datos del SEPE, si considera parados a los fijos discontinuos cuando buscan activamente empleo.
El 27% de los parados mayores de 50 años de toda la Unión Europea ya es español. Un dato que ilustra el alcance de un problema que no ha dejado de agravarse en las últimas dos décadas y que condena a los profesionales de esa franja de edad a un callejón sin salida, atrapados entre la salida anticipada del mercado laboral o la precariedad de los empleos eventuales que la reforma laboral apenas ha logrado reducir en su caso.
El último Observatorio Trimestral del Mercado de Trabajo elaborado por Fedea y BBVA Research dedica un apartado específico a los trabajadores ‘seniors’, que arroja un balance demoledor. Con un 12%, su tasa de paro se sitúa en el cuarto puesto de la UE, cuando antes de la crisis financiera era también el cuarto país, pero en la posición inversa: con la menor proporción de desempleados de esa edad. El investigador de Fedea Florentino Felgueroso destaca que nuestro país es el Estado miembro en donde más han aumentado su peso en las últimas dos décadas.
Estos datos palidecen en comparación con la tasa de paro juvenil, que supera el 27,8% y encabeza con rotundidad las de todos los países de la Unión. Pero hay que tener en cuenta que cuando hablamos de tasa de paro hablamos de porcentajes por grupos de edad. En términos absolutos, España es también el país con el más parados senior. Y su cifra supera en un 63,5% la de los menores de 25, según la EPA.
A esto se añade que un 56% de los parados registrados por el SEPE superan los 45 años, lo que implica además un serio problema para las arcas públicas. No solo porque copan la mayoría de las prestaciones y subsidios, sino porque muchos lo hacen directamente hasta el momento de la jubilación anticipada.
Esta fórmula ha sido históricamente utilizada por muchas empresas que pactan con los sindicatos programas de ‘prejubilaciones’ que fomentan la salida de los trabajadores de mayor edad (y salariosmás altos). La excusa era dar entrada a los menores de 25 años en el mercado laboral, si bien la evolución de los datos muestra que ese relevo no solo no se ha producido, sino que ha dado lugar a un ‘sandwich’ de precariedad en el que los trabajadores acceden cada vez más tarde en el empleo y son expulsados de él a edades más tempranas.
Pero este fenómeno ya no se explica únicamente a las prejubilaciones, que, a fin de cuentas, son un sistema que incentiva económicamente que estos trabajadores que pierden un empleo dejen de buscar otro, con lo cual desparecen de la población activa. Lo cual, estadísticamente, reduce el paro tal y como lo mide la Encuesta de Población Activa, lo que contribuye a explicar porque esta fórmula no ha estado peor vista en el pasado.
Pero según el análisis de Florentino Felgueroso, la tasa de actividad de las personas de 50 o más años no ha dejado de crecer en las dos últimas décadas y ya converge con la de las personas de menor edad. En otras palabras: hay cada vez más personas buscando activamente empleo en esas franjas de edad sin encontrarlo. Parados con todas las letras. Ello no impide que la probabilidad de transitar del paro al empleo es menor entre los ‘seniors’ que, entre el resto, mientras la de hacerlo a la inactividad es mayor y apenas ha mejorado pese a la mejora del mercado laboral.
El estudio de los microdatos de la EPA revela algo aún más sorprendente: más de la mitad de los desempleados de 50 o más años no dejaron de trabajar por un despido, sino por haber finalizado un contrato temporal o por ser fijos discontinuos en periodo de inactividad. Hay que tener en cuenta que la EPA, a diferencia de los datos del SEPE, si considera parados a los fijos discontinuos cuando buscan activamente empleo.
Las mujeres, las más castigadas
Además, la evolución de estos datos después de 20 años muestra una evolución preocupante. Después a una crisis financiera, una pandemia y tres grandes reformas laborales: en 2022 los parados seniors procedentes de un cese han pasado de ser 22,5% en 2006 a un 21,3% en 2022. Un descenso leve, pero que puede responder a que los ajustes basados en deshacerse de los trabajadores de mayor edad no son tan rentables como antes ante de la Gran Recesión. Pero los atrapados en empleos eventuales han pasado de ser un 39% al 50%.
Que los precarios superen a los despedidos es lógico teniendo en cuenta la estructura de volatilidad del mercado laboral y los costes del despido. Ocurre en todas las franjas de edad, pero su evolución entre la de los mayores de 50 años ilustra que la idea de que los trabajadores de más edad ‘acaparan’ los empleos de mayor calidad, de los que solo salen tras un despido, tiene quizá más de mito que de realidad.
Cierto es que este indicador de precariedad registra una mejora tras reforma laboral de 2022 (en 2019, el porcentaje se situaba en el 54%), pero según el análisis de Felgueroso esto solo se concentra entre los hombres. Según su análisis, las mujeres mayores de 50 años, el colectivo más señalado, junto a los jóvenes, en el discurso de la ministra de Trabajo Yolanda Díaz, “no se observan efectos de la reforma” en lo que se refiere el porcentaje de asalariadas con contratos temporales o fijos discontinuos.
La proporción de mujeres entre el desempleo senior ha crecido especialmente en la última década. Ya superan a los varones en todos los grupos de edad, y en los grupos de 50 a 59 años, esta proporción es superior a la registrada entre los menores de 50 años. Esto muestra que su incorporación al mercado laboral se ha encontrado con más barreras, no solo entre las trabajadoras más jóvenes.
Una solución fallida
La ‘pinza’ que conforman las prejubilaciones y la precariedad supone un problema doble para el mercado laboral español: por un lado, obliga al diseño de nuevas políticas activas para atender a colectivos con mayor riesgo de permanecer en una situación de paro de larga duración o desactivarse, y con una menor propensión a participar en acciones de formación continua, por no hablar del coste en prestaciones y jubilaciones.
Por el otro, también reducen la franja de población activa, ya que provoca que no solo tengamos un problema de desempleo juvenil, que frena su entrada en el mercado laboral, sino de salida de trabajadores a partir de los 50 años. Esto lleva a que la mano de obra disponible entre 25 y 55 años esté en su mínimo histórico.
El Ejecutivo asume que estos problemas podrán ser contrarrestados con la llegada de mano de obra inmigrante. Sin embargo, los foráneos también han ido envejeciendo, tal y como explicó elEconomista.es. No solo eso; el análisis de Fedea incide en que también incrementan su peso entre los parados de edad avanzada.