La pensión de los nuevos jubilados que ingresan en el sistema alcanza ya los 1.446 euros, lo que supone un incremento de más del 6% respecto al año pasado y, mucho más importante, supera en 175 euros el sueldo medio de los trabajadores recién contratados cuando hace a finales de 2018 la diferencia era de apenas 32 euros.
Entre las razones que explican este desequilibrio se encuentran, sin duda, las todavía visibles consecuencias de la crisis sobre los salarios, el hecho de que los nuevos jubilados han cotizado más y, por lo tanto, tienen derecho a mayores prestaciones y, a la vez, que la leve mejoría del mercado laboral ya no obliga y empuja a tantos trabajadores a prejubilarse con unas prestaciones más limitadas.
El repunte es generalizado y muy marcado en todas la prestaciones, y no se limita ni mucho menos a las nuevas pensiones de jubilación. Así, la pensión media de jubilación, en la que se ha producido un incremento de la base reguladora, es de 708 euros y crece a ritmos superiores al 8%; la pensión media de jubilación supera los 1.130 euros tras repuntar un 5% interanual; la de favor familiar avanza a ritmos de casi un 6%; y la prestación media del conjunto del sistema está en 985 euros tras repuntar un 5,6%.
La Seguridad Social seguirá incrementando su déficit, que supera los 18.000 millones de euros, y la mejora salarial seguirá sin ser suficiente para hacer frente a las crecientes prestaciones de los nuevos jubilados.