PASADO EL CLIMA ELECTORAL LA BURBUJA DE LAS PENSIONES SIGUE AHÍ, ACECHANDO

El gasto en pensiones es un problema creciente para las cuentas públicas, que se está acelerando en esta década conforme la pirámide demográfica se da la vuelta y cada vez demanda más recursos.

 

Si hay un asunto en la política española en el que mentiras, bulos y medias verdades campan a sus anchas es de las pensiones públicas. Lo más sorprendente es que parece imperar una especie de ‘ley del silencio’ entre los 9 millones de pensionistas en activo que reciben su nómina mensual del Estado, y otros 6 millones de personas que juegan en la edad de jubilación en España. ¿Qué político tiene la valentía de incomodar a los dos mayores ejércitos de votantes?

 

Todo lo que no sea hablar de subir las pensiones es ‘casus belli’ para una parte muy relevante del colectivo. Por eso, en los últimos siete días, los candidatos de PP y PSOE se han embarrado el tema de las pensiones. Alberto Núñez Feijóo dijo que su partido “siempre subió las pensiones conforme al IPC” para matizar después que fue conforme al índice IRP (que estuvo en vigor entre 2013 y 2019).  Pedro Sánchez negó que “su partido congelara las pensiones con Zapatero”, lo cual no es cierto por mucho que se pretenda reescribir esta historia. La conclusión es que ambos no se atreven a ser francos con las cuestiones clave: sostenibilidad del sistema y su financiación. Los datos señalan que el PP siempre subió las pensiones pese a que tuvo tres años de IPCs negativos (2014, 2015, 2016) que deberían haber depreciado las pagas. Pese a que Sánchez saca pecho ahora del pensionazo de 2023, el presidente omite que el PSOE incumplió la revalorización de IPC en 2010, 2011, 2021 y 2022. Pero más allá del rifirrafe entre candidatos, lo urgente e importante es contar que el gasto en pensiones no ha dejado de subir muy por encima de la inflación año tras año porque hay más pensionistas y las nóminas que reciben son cada vez más altas frente a las anteriores.

 

Traición intergeneracional de ‘boomers’ a ‘millenials’

Por ejemplo, la revalorización de las pensiones del 8,5% en 2023 ha supuesto en realidad un aumento del 11% del gasto total respecto a 2022. La factura récord supone más del 40% de los Presupuestos Generales del Estado (PGE). Es la mayor partida de gasto, y en solo 15 años se ha duplicado con creces, lo que supone un promedio de crecimiento anual del 5% que supera con holgura tanto el crecimiento del IPC como el de la propia economía con el PIB o los salarios. Son más de 190.000 millones de euros anuales de dinero público. Lo malo es que esa velocidad se está acelerando y el año que viene se superarán por primera vez los 200.000 millones de gasto en pensiones tanto si se revalorizan conforme al IPC, o, incluso, en el extremo de que se congelen.

 

El motivo no es otro que la pirámide demográfica en España está terminando de darse la vuelta con la jubilación de los ‘baby boomers’. En Moncloa lo saben desde hace décadas todos los inquilinos que han ido ocupando el palacio presidencial. Desde Felipe González a José María Aznar, José Luis Rodríguez Zapatero, Mariano Rajoy y también Sánchez. Se cumplen tres décadas desde que el ministro socialista Pedro Solbes advirtiese sobre la insostenibilidad del sistema de pensiones públicas por la maldita pirámide poblacional.

 

Lo que no solucionará el problema de las pensiones es el tira y afloja entre los partidos mayoritarios. De fondo, hay un grave déficit de cultura financiera pero a veces se raya el cinismo. Es bien sabido, lo ha dicho el Banco de España en varias ocasiones, que los jubilados reciben en promedio casi el doble (1,74 veces) al equivalente que han cotizado, es decir, a su aportación al sistema. Además, las pensiones en España se pagan con un sistema de reparto en el que los trabajadores en activo financian las prestaciones que se distribuyen en cada momento.

 

Por todo ello, la exigencia de revalorizar pensiones de forma indiscriminada resulta injusta y una traición del principio de solidaridad intergeneracional pero a la inversa: los ‘congelados’ salarios de los trabajadores en activo cargan con una factura en pensiones que crece mucho más rápido. Volviendo a lo que decía Solbes en 1993: “Teníamos un sistema de pago de pensiones basado en la financiación de los que no trabajaban por los que trabajaban. Ese sistema funciona muy bien mientras no ocurra lo de ahora, en que tenemos poca gente joven y mucha gente mayor. De ahí que haya que darle cada vez más importancia a las prestaciones por capitalización. Éste es un proceso lento, que no se plantea para ahora, sino para dentro de quince años, pero hay que empezar ya”.

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