Los políticos de turno ya no estarán cuando se busquen explicaciones
Es llamativo eso de naufragar, que te rescate un barco en llamas y alegrarse. La insostenibilidad del sistema de pensiones se suele presentar como una carga cada vez mayor y que recae sobre los que no están jubilados. Y, efectivamente, así es. Pero solo mientras se pueda mantener la comedia.
Nadie parece reparar en la situación en la que quedarían actualmente millones – literalmente, millones – de personas si cayera el sistema de pensiones. Además, esta hipotética situación se nos plantea aún peor. Y es que si caen las pensiones lo más probable es que antes haya habido una caída general del sistema.
Cualquier sistema de pensiones que sea de reparto tiende al fraude, o sea, a que no funcione. Lo hemos explicado en multitud de ocasiones: los pensionistas cobran lo que permiten las condiciones económicas del momento porque nada se ha ahorrado. Es una versión contable y a lo grande de aquello de las gallinas que entran por las que salen ¿Y qué ocurre si entran más gallinas de las que salen? Pues eso mismo pasa con las pensiones.
Lo que ocurre es que, cuando las condiciones demográficas y económicas son buenas, un sistema de pensiones de reparto es un negocio sensacional, para el Estado. Es decir, cuando hay mucha más gente a pagar que a cobrar – o sea, cuando la tasa de dependencia es muy buena – todo el excedente de recaudación en cotizaciones se dedica a otros gastos, fundamentalmente deuda pública. No se guarda nada: todo se gasta.
Los jóvenes son los más perjudicados por una coincidencia de circunstancias. Por eso, más que decir que los jóvenes son los más perjudicados, tendríamos que decir que los actuales jóvenes son los más perjudicados y,por eso mismo y por ahora, beneficia a los ya pensionistas..
Cuando se habla de este tema ponemos demasiado el foco en los efectos presentes, entre los que se incluyen la desigualdad generacional. Pero en el futuro será cuando surja la realidad real, o sea, la que mostrará que el problema en realidad lo tienen los pensionistas de ese futuro.
No obstante, hay que protegerse de talibanes y decir que esto no tiene nada que ver con la solidaridad intergeneracional y otras abstracciones. Tampoco con los justificados reproches de los pensionistas, que dicen que han trabajado mucho, que ya han cotizado y que la culpa no es de ellos. Y es cierto. Pero hablamos de posibles riesgos, y parece que casi nadie ve ningún riesgo, ni alberga ninguna suspicacia hacia las previsiones de los políticos de turno para salir del paso.
Lo cierto es que todas las economías occidentales tienen una bomba de relojería con sus sistemas de pensiones, pero en el caso de España ya está estallando. La baja natalidad durante décadas, la jubilación del baby boom, las tímidas reformas del sistema de pensiones y el alto paro endémico tienen la culpa. Hay un dato que demuestra el problema que tenemos ya, a día de hoy, sin mirar ninguna proyección a futuro. Uno de cada dos euros que recauda el Estado van destinados a las pensiones de jubilación. Eso sin contar el gasto en Sanidad que también está muy escorado hacia las personas de mayor edad.
En los Presupuestos de 2023 se determinó que el Estado recaudaría 383.171 millones de euros (incluye impuestos, tasas y cotizaciones sociales). Y el gasto en pensiones se estimaba en 190.684 millones de euros. Es decir, el gasto en pensiones es el 50% de lo recaudado. Una cifra que no para de aumentar, pues en 2007 era un 32%. La cifra ha aumentado en estas casi dos décadas y seguirá subiendo con fuerza en los próximos años.
Otro tema es que realmente el gasto en pensiones supone el 42% del gasto total del Estado. ¿Por qué esta discrepancia entre el 50% de la recaudación y el 42% del gasto? Por el déficit. España tiene déficit y se puede ver que esta partida, la de Pensiones, es una de las grandes culpables. Claramente las consecuencias de esta abultado gasto es que tenemos déficit y los servicios públicos se van degradando porque el gasto va encaminado solo hacia un segmento de la población . La única solución propuesta por el Gobierno es recaudar más y más pero esto no es sostenible pues habrá que hacer esfuerzos en los ingresos pero también en el gasto
Los jóvenes podrán estar más jorobados ahora que en el futuro como pensionistas, pero no dejan de ser jóvenes ahora. Su propia condición de jóvenes les permite “salir” del sistema: cambiar de país, cambiar de carrera profesional, arriesgar más con los ahorros o lo que sea. Con otras palabras: si todo cae, es mejor caer siendo joven que siendo pensionista.
Los ánimos están cada vez más caldeados entre los jóvenes (y no tan jóvenes) que ven como todos los recursos públicos se van para la generación boomer que se está jubilando y se quejan de que los pensionistas viven muy bien pues tienen pensión, varias viviendas en propiedad y descuentos mientras que ellos sufren para poder pagar un alquiler y poder lograr cita en el médico para sus hijos y además nos suben los impuestos y las cotizaciones con el dichoso MEI.
Lo cierto es que la imagen del jubilado pasando penurias que había hace 20 o 30 años, ha cambiado mucho. En 2008 los salarios medios de las personas de 65 años y más eran inferiores a los de la franja de edad de 30 a 44 años y de 45 a 64 años. Pero esto ya no es así. Desde 2012 los mayores de 65 años tienen la mayor renta media y despegándose con fuerza de la franja de 30 a 44 años. La franja de mayores de 65 años mantiene la mayor renta neta a nivel nacional con 14.762€ netos anuales al cierre del año 2022. Por detrás se sitúan los de edades comprendidas entre 45 y 64 años con 14.225€ anuales.
En 2007 las pensiones representaban el 33% de los Presupuestos Generales del Estado. En 2023 representa el 42%. Y esto desplaza otros gastos (sanidad, educación,…).
En los próximos años vamos a ver más movimientos de este tipo pues se está dejando a una generación en la estacada y, al igual que piden a los más jóvenes hacer un «esfuerzo» de solidaridad en la nómina, habrá jóvenes que pidan un «esfuerzo» a los más mayores con un recorte en las pensiones.
La edad mediana del país está en los 45,3 años, y como no se puede votar con menos de 18 años hay más votantes por encima de los 45 años que por debajo. Esta brecha generacional la veremos en la política y no en mucho tiempo.
Los pensionistas actuales están más atados al sistema: hay inflación, se sube la pensión porque está vinculada al IPC y se cubre con deuda, o sea, con emisión monetaria, o sea, con más inflación, y así sucesivamente. Es un poco vertiginoso el tema.