La subida de las pensiones resucita el debate sobre su viabilidad con un “falso conflicto” entre jóvenes y mayores por el ensanchamiento de la brecha generacional en España, dado que los salarios, especialmente los de los jóvenes, no crecen al mismo ritmo.
Se contrapone la precariedad de la juventud al aumento de las pensiones, un supuesto enfrentamiento entre generaciones que parece abocar a tener que elegir entre la protección de uno u otro
El debate público ha coronado a dos grandes protagonistas de las cuentas públicas de 2023. Los pensionistas y los jóvenes, que muchos discursos enfrentan como dos actores opuestos en clave de “conflicto intergeneracional”: el Estado protege a los primeros e “hipoteca” o condena a los segundos. La confrontación aunque se basa en algunas cuestiones ciertas se utilizan para enfrentar a ambos colectivos. De fondo, se pone en cuestión la viabilidad del sistema público de pensiones.
Parece que el problema de los jóvenes se solucionaría al reducir la pensión a los jubilados, y eso no es así, aunque el importante aumento de las pensiones ha generado dudas en diversos ámbitos, sobre todo en relación a las pensiones más altas, que algunas voces consideran que deberían incrementarse algo menos.
Es preciso llamar la atención sobre que no se escuchen peticiones para no elevar los salarios a los funcionarios con mayores remuneraciones o a los propios diputados, el salario en el Gobierno o a los altos cargos público con sueldos elevados dada la excepcionalidad del momento. Pero, de manera muy extendida, sólo se cuestiona que se revaloricen las pensiones y en especial las más altas.
Es preciso recordar que los pensionistas que cobran la pensión más alta, de unos 2.800 euros brutos al mes, son una minoría y no son unos privilegiados pues han cotizado durante toda su vida por cantidades muy por encima en algunos casos. En cualquier caso, más de la mitad de las pensiones se encuentran por debajo de los mil euros.
Pero si se limita la subida de las pensiones a las que son más bajas se está mandando el mensaje a la gente que trabaja de que da igual lo que se cotice, porque en el futuro se va a cobrar lo mismo
Se habla de quienes reciben la pensión máxima, pero no todos los pensionistas son iguales. No es lo mismo recibir solo una pensión que hacerlo y además tener tres pisos alquilados, por ejemplo
Otros opinan que no es un conflicto, es una realidad pues la población no se puede seguir jubilando como en los 90, cuando la esperanza de vida era mucho más baja, había más de tres trabajadores por jubilado y el sistema de pensiones tenía importantes superávits. Eso ya no existe, ese mundo no existe.
En los próximos años el sistema se enfrenta el reto de la jubilación de la numerosa generación del baby boom, que fue sucedida por otras muy inferiores con el resultado de que la tasa de dependencia de mayores –población con más de 66 años sobre la total en edad de trabajar– se duplicará, pasando del 26% actual al 53% en 2050, el año de mayor tensión, según estima la Autoridad Fiscal (AIReF).
Lo cierto es que en el Libro Blanco de los expertos fiscales encargado por el presente Gobierno, se advierte de la desigualdad de riqueza entre la población más joven y la de mayor edad, una cuestión que podría abordarse a través de una reforma del sistema fiscal, por el que las personas con más riqueza acumulada aporten más a las arcas públicas.
Quitar dinero de las pensiones no significa necesariamente que esos recursos se vayan a redistribuir. En realidad, son políticas de reducción del gasto público, y esto también perjudica a la gente joven. Además al emisor de estas quejas y relatos no suelen ser los jóvenes. El Consejo General de la Juventud (CGJ), la mayor entidad de organizaciones juveniles del país, se desmarca de estos discursos. “Lo vemos totalmente diferente: una cosa no quita la otra, que se mejore la vida de la gente más mayor a través de las pensiones no es excluyente ni incompatible con las políticas enfocadas a la juventud”.
Lo cierto es que atender al aumento del gasto en pensiones, que en relación al PIB se situará al nivel de otros países europeos, requerirá de más ingresos procedentes de impuestos y aquí sí, las especialistas exigen un debate riguroso.
“EL CENTRO DE GRAVEDAD” POLÍTICO “HA GIRADO HACIA UNA POBLACIÓN ENVEJECIDA.
Los más mayores son un grupo de edad mucho más numeroso que el de los jóvenes: 9,95 millones frente a 5,9. Además, los pensionistas tienen mucha mayor tendencia a votar a los partidos tradicionales.
Los datos son palmarios en este sentido. Según revela el recuento oficial del Instituto Nacional de Estadística (INE), la población de entre 18 y 29 años solo asciende a 5,9 millones de personas, frente a los 9,95 millones de pensionistas. Pero es que, además, los jóvenes votan menos que los mayores y se abstienen mucho más: según el último barómetro del CIS, un 10,1% de los ciudadanos de entre 18 y 24 años y un 7,3% de los que tienen entre 25 y 29 ya tiene claro que no votaría si se celebrasen elecciones, y el 5% y el 4,3%, respectivamente, votaría en blanco.
Por el contrario, en las franjas de entre los 65 y los 74 años y de los 75 años en adelante, el voto en blanco es anecdótico, y los más mayores son los que tienen una tasa más baja de personas que no irían a las urnas. El peso poblacional, y por tanto del censo electoral, de los mayores es mucho mayor: es decir, que son más, y además votan en mayor medida que los jóvenes
Pero no solo el mayor peso electoral de las personas mayores influye en su capacidad de determinar las políticas públicas. También es significativo que su patrón de voto sea significativamente más proclive a los partidos tradicionales que el del resto de las franjas de edad, especialmente los más jóvenes. Los datos son, de nuevo, claros: en las personas de más de 65 años, en torno a la mitad de quienes dicen tener decidido su voto -es decir, restados abstencionistas y dudosos- votarían a PP o PSOE, mientras en las franjas de entre 18 y 24 años y entre 25 y 29 esa cifra apenas supera el 30%.