DONDE ESTAMOS
«La llegada de la pandemia ha trastocado todas las previsiones económicas», así de clara ha sido la ministra de Economía, Nadia Calviño, en la rueda de prensa de este viernes para presentar el Programa de Estabilidad del Gobierno y el Plan Nacional del Reformas que el Ejecutivo mandó el jueves por la noche a la Comisión Europea (CE).
El Programa de Estabilidad es un documento que se manda al Consejo de Ministros de la Unión Europea (que reúne a todos los ministros del ramo de los gobiernos europeos) y a la Comisión Europea (el gobierno de la UE) junto con el Programa Nacional de Reformas, que cada Estado de la UE debe presentar cada año en abril y que en este caso y por la situación extraordinaria creada por el COVID-19, es una agenda de medidas presupuestarias a corto plazo para paliar el coronavirus.
El PIB, cayó el 5,2% en el primer trimestre de 2020, con sólo 15 días de estado de alarma, frente al último trimestre de 2019, la mayor caída trimestral de la serie histórica y de hecho, el impacto a corto plazo está siendo mayor que en la crisis de 2008: se está produciendo la paralización de importantes sectores de la actividad, shock de la demanda global y paralización de la decisiones de inversión.
A esto se une el aumento del desempleo. Según los últimos datos del paro referidos a marzo de 2020, se registraron cifras récord de aumento de desempleadosy la mayor caída de la historia en afiliados. En total, en España ahora hay 3,5 millones de parados y 18,4 millones de cotizantes.
PREVISIONES A CORTO PLAZO.
Se dibuja un escenario de AUMENTO DE DEUDA PÚBLICA, DÉFICIT Y PARO; así como caída de consumo interno e importaciones y exportaciones. En 2020 se prevé una caída del PIB del 9,2% debido al descenso de la demanda interna y el consumo privado principalmente. Además, el sector exterior se verá particularmente afectado, sobre todo el turismo extranjero. En cuanto al empleo, se espera que el paro aumente en 2020 hasta el entorno del 19%.
Por otra parte, en el plano fiscal y de cuentas públicas, se resume en la caída en los ingresos públicos por el retroceso del consumo y de la actividad y en un notable aumento del gasto público como consecuencia de las ayudas implantadas por el Gobierno. La previsión del Gobierno es que el gasto público se sitúe en el 51,5% del PIB, lo que supone un incremento de casi 10 puntos porcentuales respecto al gasto de 2019. Los ingresos sufrirán una caída de 25.700 millones respecto a 2019 y que el déficit público en 2020 suba hasta los 115.671 millones, el 10,34% del PIB. También la deuda pública aumentará y pasará del 95,5% de 2019 al 115,5% de 2020.
LA RECUPERACIÓN A MEDIO PLAZO.
Se espera que, mientras que la caída ha sido intensa, la recuperación sea previsiblemente más gradual y que empiece a partir de la segunda parte del año. Tras esto, se cree que habrá una fuerte tasa de crecimiento en 2021 impulsada por el aumento de la demanda interna tras la desescalada.
En el contexto internacional, la economía mundial sufrirá una brusca caída del 7% pero en 2021 se espera una fuerte recuperación de la economía mundial y de la zona euro.
El impacto de las medidas que ha adoptado el Gobierno para combatir el COVID-19 es de 138.923 millones. Entre estas, cuentan las medidas de gastos, la reducción de ingresos y medidas de liquidez. El desglose es:
- Medidas de gastos, entre ellas entran el crédito extraordinario para el Ministerio de Sanidad o los gastos relacionados con los ERTEs :28.403 millones,
- Minoración de ingresos, medidas como el IVA al 0% en la compra de productos sanitarios y las moratorias de cotizaciones sociales: 6.120 millones,
- Medidas de liquidez, la medida principal es la línea de avales del ICO para pymes y autónomos: 104.400 millones.
Cuando el gasto público aumenta, tiene que aumentar los ingresos a la par para no incurrir en déficit. Sin embargo, debido a la situación creada por el coronavirus, han caído los ingresos a través de los impuestos.La caída de la recaudación ha sido del 5%, con el siguiente desglose:
- IRPF: caída del 2,4%,
- Impuesto de Sociedades: cae el 8,7%, IVA: baja el 5,2%.
- Impuestos Especiales: caen el 6,7%,
- Impuesto de Transmisiones Patrimoniales y Actos Jurídicos Documentados: baja el 37,9%
- Cotizaciones sociales: bajan el 5,75%
En definitiva, el cuadro macro presentado este viernes por las ministras Calviño y Montero, que reconoce una obviedad. La congelación de actividades va a provocar un tsunami económico, alimentado, y en esto no tiene la culpa el virus, por un modelo productivo demasiado dependiente de dos o tres sectores: turismo, hostelería o automóvil. Precisamente, los más afectados por la pandemia. Lo mismo que la crisis anterior fue más severa en España por su brutal exposición al ladrillo, la actual aflora las miserias de un sistema productivo de bajo valor añadido muy vulnerables a choques exteriores.
Es decir, el problema no es tanto que la economía vaya a caer este año un 9,2%, o que el desempleo escale hasta una tasa del 19% de la población activa, equivalente a unos 4,5 millones de parados, sino que España tardará más recuperarse que los países de su entorno. Precisamente, por las debilidades de su estructura productiva
Es por eso por lo que lo más relevante del cuadro macro no es tanto lo que sucederá el año 2020, que ya está, desgraciadamente, perdido, sino lo que pasará en 2021 y lo que estima el Gobierno es que España solo recuperará las dos terceras partes de lo que caigan tanto el PIB como el empleo.
Hay pocas dudas de que los países que más tarden en salir de la crisis tendrán que hacer ajustes más dolorosos, y la vicepresidenta Calviño ya dejó caer que este Gobierno “está comprometido con la estabilidad presupuestaria”. O, expresado en otros términos, tras el aumento en vertical del gasto (hasta representar un histórico 51,1% del PIB este año), vendrán los ajustes
La recuperación anterior tuvo mucho que ver con una devaluación salarial impulsada por el anterior Gobierno que permitió mejorar la competitividad de España en los mercados exteriores, aun a costa de una precarización del empleo verdaderamente insoportable, pero no hay razones para pensar que esa no va a poder ser la vía de escape de la crisis. Entre otras razones, porque una de las consecuencias del virus será la intensificación de un proceso ya observado en los últimos años, y que tiene que ver con lo que se ha llamado desglobalización, que no es otra cosa que la existencia de mayores dificultades para exportar.
El Gobierno, sin embargo, y en su cuadro macro, confía mucho en un repunte de las ventas al exterior en 2021, un 11,6%, lo cual choca con las previsiones mucho más prudentes que está haciendo la Organización Mundial de Comercio, sin contar con el hecho de que esta crisis es global, y, por lo tanto, también la sufren los clientes comerciales de España. Es sorprendente que el Gobierno estime que las inversiones rebotarán un increíble 16,7% en 2021, cuando la utilización de la capacidad productiva (la verdadera fotografía del ritmo al que están trabajando las fábricas) se habrá hundido en 2020, y, por lo tanto, hay pocas razones para esperar un aumento de las inversiones en aras de ensanchar la capacidad ya instalada.
MIRANDO UN POCO MÁS LEJOS.
El Estado tendrá que destinar más dinero a los parados, a las empresas, a las familias, y a la Sanidad. Y lo hará en un momento en que los ingresos se habrán derrumbado porque la recaudación por impuestos directos e indirectos será muy baja.
Solo hay dos vías para resolver la crisis fiscal: o aumentar la recaudación o desmantelar programas del Estado del bienestar. Aumentar la recaudación ahora es algo casi imposible, primero, porque al estar paralizada o disminuid la actividad económica en muchas industrias, el Estado recauda menos en impuestos directos como el IRPF, los indirectos, como el IVA, y los especiales, como el tabaco, el alcohol o los carburantes. Desmantelar el Estado del bienestar es bastante complejo pues ahora es más necesario que nuncapara los parados, las empresas, las familias, los pensionistas y los enfermos. De modo que si el Gobierno no quiere recortar el gasto social, su única salida será pedir más dinero: endeudarse. España tendrá que pagar más intereses por su deuda dado que la prima de riesgo casi se ha duplicado en un par de meses pues los inversores cada vez se fían menos de nuestra economía.
El Gobierno español ha pedido ayudas por valor de 1,5 billones de euros para los países que están sufriendo la crisis del coronavirus y que se haga casi literalmente como un “regalo” mediante subvenciones o deuda perpetua porque si se hace con préstamos, el nivel de deuda español se va a disparar. La Unión Europea ha aprobado preparar ese paquete de recuperación por más de 1,5 billones pero no aclaró si serían subvenciones o préstamos. Probablemente será una mezcla de ambas. Ese paquete se aprobaría a finales de año, para empezar a funcionar al principios de 2021.
Algunos dicen que todo el dinero que necesitaremos vendrá de fuera, que no habrá que devolverlo y que no nos pondrán condiciones, pero la verdad es que será un dinero que habrá que devolver porque el dinero no llega gratis: ni siquiera es gratis la llamada “deuda perpetua” que ha solicitado España pues hay que pagar los interes aunque el capital sea “un regalo”.
Será una carga de dimensiones colosales para las generaciones futuras. Sufrieron la crisis de 2008 y, sin haber salido de ella, entran en la de 2020. No tienen garantizado el trabajo, cobran menos que sus padres, a duras penas llegarán a tener una pensión pública medio digna (¡por supuesto mucho más bajas que las actuales!) y encima ahora tienen el riesgo de perder el empleo, y pagar las deudas del país durante toda su vida.
Como ejemplo paradigmático del Estado de Bienestar llamado a desaparecer, o al menos a mutar de forma impensable antes de la pandemia (sanitaria y fundamentalmente económica) son las pensiones de jubilación. El bienestar de los abuelos, su pensión contributiva blindada y garantizada, se hace a costa de sumir en la precarización a sus propios hijos y nietos. A ellos se suma el “invierno demográfico” con cada vez menos jóvenes cotizando (no para ellos mismos, si no para sus padres) y el incremento de la esperanza de vida de sus progenitores. Estamos en una situación en la que los hogares jóvenes están destinando parte de su renta a hogares de mayor edad.
La “seguridad social” de los mayores es la inseguridad actual y futura de los jóvenes. Es un Estado de Angustia sin precedentes desde hace casi 100 años. Una angustia anticipada, un desánimo de principios y sin un final visible: el resentimiento de unos los desesperados del “no future”.
España presenta de nuevo todos los síntomas de una sociedad invadida por el nihilismo y la locura. Cuando el pueblo se vuelve multitud, cuando esta multitud ya solo está formada por comunidades mutuamente exclusivas y delatoras, cuando la palabra se vuelve grito y el grito es un discurso de odio e insultos.
Esta enfermedad del alma, esta desilusión de una España harta de sí misma y del universo, de sus gobernantes y sus sindicalistas, de su idioma y de su historia, de su proletariado y de su burguesía, este agotamiento de una nación que ya no quiere ni sus narraciones, ni sus escritores, ni lo que se hizo en la época de la invención de su sistema sanitario, …, todo esto es tan profundo que se necesitará, para salir de ese estado, realizar una REFORMA INTELECTUAL Y MORAL de cada uno de nosotros, cosa harto difícil de conseguir con los actuales mimbres económicos, sociales, políticos y, sobre todo, morales.