La situación de nuestro mercado de trabajo sigue siendo precaria, a pesar de la cacareada reforma laboral, y preocupante, pese al maquillaje de las cifras
La estadística es una rama de las matemáticas que se utiliza para poder sacar conclusiones sobre un grupo de personas y tomar decisiones. Sin embargo, algunos piensan que es la primera de las ciencias inexactas y que los políticos la usan como los borrachos a las farolas, para apoyar sus logros y no para iluminar la situación del entorno que les rodea.
En el último trimestre del año pasado, el mercado de trabajo ya mostraba ciertas señales de agotamiento por la caída en el número de ocupados, según los datos de la EPA por la que el número de desempleados cerraba el ejercicio con un total de 2.830.600 personas, representando una tasa del 11,76%.
Ahora, disponemos de los datos de empleo del mes de febrero, publicados por el SEPE, que se pretenden vender como un avance en el mercado de trabajo, donde el aumento del SMI no ha tenido efecto. La realidad es que, si entramos a analizar el detalle, la situación sigue siendo precaria y preocupante, a pesar del maquillaje de las cifras, que cómo es sabido esconden realidades que no se quieren publicar, como los fijos discontinuos, y otras que se publican, pero no se contabilizan.
Los datos suministrados por el SEPE muestran que el paro registrado ha disminuido en 7.452 personas, hasta situarlo en 2,760 millones, una cifra diferente del número total de demandantes de empleo registrados. Si a esa cifra sumamos los otros no ocupados que están en formación junto a quienes tienen disposición limitada, suman 3.315.369 parados, viendo que hay 7.772 parados más que en el mes de enero. Si además añadimos el número de fijos discontinuos según los datos de la TGSS que son 829.677, aunque no todos están desocupados, el paro sería de 4.145.046. Y si pudiésemos sumar aquellos que han perdido su empleo, que no se registran al no tener derecho a prestación alguna, junto a quienes están ocupados, pero subempleados, la cifra de paro real sigue aumentando. Por tanto, con una población activa de 24 millones de personas, no es descabellado pensar que la tasa efectiva de paro en nuestro país sería superior al 18%, cifra que muchos dirán que no es realista.
Por último, contrasta la aparente disminución del paro con el aumento en más del 3% en los parados menores de 25 años, la caída en el número de contratos, donde los temporales superan a los indefinidos, a pesar de los cambios en la nomenclatura, así como que hay 1,2 contratos por persona en un solo mes, lo que indica que de cada 10 personas hay 2 que firman dos contratos cada mes o que 1 de cada 3 firman un contrato por semana. Todo ello permite decir que nuestro mercado de trabajo sigue siendo precario a pesar de la cacareada reforma laboral.
Mientras no dispongamos de toda la información detallada, algunos de los citados números pueden ser discutibles, opinables y sesgados. Todo esto demuestra que los números y las técnicas estadísticas pueden mostrar cualquier cosa y la contraria, basta con poner el foco en lo que interesa y dejar en la oscuridad lo demás o bien, no mostrar todos los datos o no contabilizar los que muestran lo que no queremos ver. Por eso, muchos dicen que hay dos tipos de estadísticas, las que se leen y las que se hacen, pues cualquiera puede torturar los números hasta hacerles confesar lo que se quiera. Si no hay transparencia y verosimilitud en los datos, los ciudadanos comienzan a perder su confianza en las instituciones.
Fuente: La Razon La magia de las cifras del paro: el desempleo efectivo supera el 18% (larazon.es)