“Prolongar la edad de jubilación con tanto desempleo juvenil es un gran error”.
“¿Para qué quiere el Gobierno que nos jubilemos más tarde, si los jóvenes no tienen trabajo?”.
“Mejor me retiro y así dejo paso a las generaciones que vienen detrás y tienen más energía, de lo contrario no podrán entrar”
“¿Aumentar la vida laboral de millones de personas retrasando la edad de jubilación, no provoca que los más jóvenes tengan más difícil encontrar trabajo?
El argumento de que prolongar la vida laboral impide a los jóvenes trabajar está muy extendida, sin embargo los datos no avalan esta teoría, más conocida entre los economistas como “la falacia del mercado laboral”
La teoría de algunos (incluida la actual flamante ministra de Trabajo) parte de la premisa de que el empleo es como un juego de sillas fijas, donde uno se levanta (lo despiden o se jubila) y otra persona ocupa su lugar. Sin embargo, parece que esa idea no se corresponde muy bien con la realidad, según todos los expertos.
“Incentivar la jubilación más allá de la edad legal, obviamente yo creo que entorpece la posibilidad de incorporar a los jóvenes”. Yolanda Díaz
Que venga una ministra de Trabajo a esgrimir la falacia de la tarta fija del empleo es una aberración, es como si el ministro de Ciencia se declarara terraplanista o el de Sanidad, antivacunas
La idea de que el trabajo, de alguna manera, hay que repartirlo está muy arraigada y el mismo concepto es utilizado, curiosamente, desde espectros políticos totalmente opuestos: los partidos más de derechas lo usan para decir que los inmigrantes quitan trabajo a los nativos y los de más izquierda, que los mayores se los quitan a los jóvenes. Pero ambas ideas son erróneas. No hay una evidencia concluyente de que esto ocurra.
Vuelven a aparecer, así, los planteamientos de “reparto del trabajo”. Y vuelve la ingenuidad ( o la maldad populista) de creer que el empleo es un juego de suma cero y que cada puesto de trabajo desalojado (por esta vía, o por otras como las de reducción del tiempo de trabajo) pasa inmediatamente a ser ocupado por otra persona.
Ninguna evidencia empírica avala, hasta ahora, lo sostenido por las tesis del reparto del trabajo. Pensar que la expulsión forzosa del mercado de trabajo de los trabajadores de más edad se traduce, inmediata y automáticamente, en el aumento equivalente de la contratación de jóvenes desempleados, es ignorar el complejo funcionamiento de los mercados de trabajo. Debería bastar la experiencia de lo sucedido con los contratos de jubilación anticipada parcial con un contrato de relevo (con la extinción de muchos de estos cuando se produce el acceso a la jubilación plena del trabajador relevado) para desterrar planteamientos simplistas.
¿Qué dicen los datos?
Es cierto que la situación de los jóvenes españoles en el mercado laboral ha empeorado bastante en los últimos años, sobre todo desde la crisis de 2008. Esto se puede medir por su nivel de desempleo o también por su tasa de participación en el mundo laboral.
La tasa de participación de las personas entre 15 y 24 años era del 30% en el año 2000, casi el 40% en 2007, en 2018 rondaba por el 21%. En el caso de los trabajadores entre 55 y 64 años, esa participación ha ido ganando peso: desde el 37% de inicios de siglo al 52% de 2018. Pero “correlación no implica causalidad, es un mantra que se repite sin pudor alguno pues que una tasa baje y la otra suba no tiene ninguna relación.
De hecho, esta investigación reciente encontró justo un efecto contrario:
- Que los países con más participación de los trabajadores mayores son también los que menos paro juvenil tienen.
- Que el incremento de la edad de jubilación tiene un impacto positivo en los salarios de los jóvenes.
- Que ambos grupos de edad son más bien complementarios, no sustitutivos.
La suposición de que existe un límite superior en el número de puestos de trabajo en una economía no tiene justificación teórica ni evidencia, y de hecho, a medida que las economías se vuelven más complejas y crecen debido a la especialización, se crean puestos de trabajo adicionales.
Pensar en los empleos como algo estático y no en continua evolución (aunque a veces sea una evolución demasiado lenta) no es nada nuevo.
La participación laboral de los trabajadores mayores no tiene impacto en las oportunidades de empleo de los trabajadores jóvenes. Se parte de una premisa que es falsa, que es suponer que la cantidad de trabajo está fija, y que por tanto si la ocupa un trabajador no la va a ocupar otro
Hay que transmitir a los ciudadanos que no solo se trata mantener sistema pensiones, pues la gente con experiencia laboral, con conocimientos tan variados, es muy útil para el crecimiento de la economía.
El crecimiento de la economía genera empleos y no necesariamente tendrían que salir personas para que entren otros. Es difícil de comprender porque la riqueza tarda un poco en traducirse en puestos de trabajo, pero lo cierto es que una economía mayor, que crece, crea también empleo
Debate similar ocurrió también cuando las mujeres empezaron a incorporarse al mercado laboral en el siglo XX. Entonces algunos vaticinaron que muchos hombres se quedarían sin su puesto: no habría para todos.
Nada de eso ocurrió. Lo que luego la evidencia demostró es que la llegada de dos sueldos a los hogares incrementó el poder adquisitivo de las familias, lo que se tradujo en una demanda de otros bienes y servicios que, a su vez, generaron más y nuevos puestos de trabajo.