“HUELGA DE BEBÉS”. EL INVIERNO DEMOGRÁFICO NOS ABOCA A SER UNA DEMOCRACIA DE JUBILADOS, VIUDAS Y DESCENDIENTES DE EMIGRANTES

España necesita 277.000 niños más al año para asegurar mínimamente el nivel de reemplazo generacional

En España se registraron en los 6 primeros meses de 2022, sólo 159.705 nacimientos.

 

Cada vez nacen menos niños en España. Una pandemia ‘silenciosa’ que comenzó hace unos años. La incertidumbre económica y la precariedad laboral están detrás de esta tendencia que encamina a España hacia un país de jubilados que no encuentra relevo generacional para pagar esas pensiones.

 

El año 2021 confirmó la caída de los nacimientos en España, con 337.232 nuevos bebés, el dato más bajo desde que hay registros en 1975 pero según los últimos datos publicados por el INE, durante el primer semestre del año 2022 nacieron un total de 159.705 niños. Una cifra en mínimos desde finales de la década de 1990 que suponen 10.590 menos que en el primer semestre de 2020 (concebidos antes de la pandemia del covid). Se trata del octavo año consecutivo que el organismo estadístico contabiliza un descenso en esta materia durante los primeros seis meses del año, desde junio de 2015, cuando los nacimientos rozaban los 205.000. En junio de 2022 esta cifra se ha reducido en más de 45.000, convirtiendo al primer semestre de este último año en el que menos nacimientos ha registrado en España desde que se tienen datos en esta materia, en 1941.

 

Estos datos eran “esperados” y responden a varias razones: es una mezcla de la tendencia de fondo de caída de la fecundidad que España registra desde los años setenta y el aplazamiento de la decisión de tener hijos con motivo de la crisis del coronavirus y de la incertidumbre económica.

Los nacimientos en España han hecho una especie de ‘U’ desde 1975 y hasta, aproximadamente, el año 2007, con una caída que precedió a una ligera subida. Esto significa que han ido cayendo desde 1975 (con 669.378 nacimientos) de forma prácticamente ininterrumpida hasta 1996, cuando nacieron 362.626 bebés. En ese momento, la maternidad se empezó a recuperar y volvió a subir hasta llegar a su máximo reciente en 2008, con 519.779 nacimientos.

 

A mediados de los años noventa se llegó al récord de caída de la fecundidad y ahora están llegando a la edad de ser madres quienes nacieron en aquella época, por lo que hay menos personas con edad para tener hijos. Esta tendencia a la baja solo cambió durante los primeros años de este siglo, cuando una situación económica boyante con bajos niveles de paro fomentó que las parejas tuvieran más hijos. Después de eso, con la crisis de 2008, la natalidad volvió a caer y no ha vuelto a remontar.

Las condiciones actuales producen un círculo vicioso que lleva cada vez la media de la maternidad a edades más avanzadas, en las que la fertilidad es menor, se producen más problemas para concebir, por lo que muchas parejas ni siquiera pueden tener hijos. Ahora mismo las que no los tienen son un 22%, pero es probable que este número siga creciendo. En el muy largo plazo, eso nos deja un futuro de mujeres (que tienen más esperanza de vida) solas sin el apoyo familiar que hasta ahora tenían.

 

MATERNIDAD CADA VEZ CON MÁS EDAD 

Otro aspecto que ha ido cambiando desde que hay registros de nacimientos es la edad media de las madres en España. Si bien el número de nacimientos han sufrido una caída en España, y actualmente el dato es el más bajo de la serie histórica, la edad media de las mujeres que dan a luz, por el contrario, ha ido aumentando.

 

Según también los propios datos que recoge el INE, la edad media en 1975, primer año con datos disponibles, era de 28 años aproximadamente. Desde entonces, ha ido subiendo paulatinamente hasta los 32 años y pico del último dato disponible en 2020. Es decir, la edad media de maternidad se ha incrementado en 4 años desde 1980 (28 años a 32 años).

 

Las mujeres en edades más fecundas (de 25 a 39 años) disminuyeron considerablemente a partir del 2009, cuando dejaron de tener presencia las últimas generaciones del baby boom. En consecuencia, la población femenina “disminuyó en cerca de 1,3 millones de personas”. A esto hay que sumarle la crisis económica que, desde 2008, comenzó a azotar a los países que provocó que muchas mujeres que antes habían pospuesto la maternidad para más adelante, no dieran finalmente el paso por la inestabilidad económica.

 

A principios del siglo XX en España se tenían muchos hijos, pero es que muchos morían. La mortalidad era de 4 de cada 10 niños. Que se te murieran hasta la mitad de tus hijos provocaba que la inversión en su crianza no fuera tanta. Ahora cuando tienes pocos hijos los padres dedican gran parte de su tiempo y recursos a sus hijos.

 

Esto es así porque los costes de la crianza en España ponen a prueba los bolsillos de las madres y los padres. Según los datos del Save the Children, criar a un hijo de 0 a 3 años cuesta, mínimo, 480 euros al mes. Cuando crece, de 7 a 12 años, el coste se eleva hasta los 580 euros mensuales; y, por último, de 13 a 17 años, antes de la mayoría de edad, el coste sube hasta los 680 euros mensuales.

 

EL INVIERNO DEMOGRÁFICO “SIBERIANO” QUE AFECTA A ESPAÑA

La España, y en gran medida el Occidente, de dentro de no muchas décadas va a ser un páramo en el que sólo vivirán personas mayores y no habrá apenas jóvenes. Actualmente en España estamos en torno a 1,2 hijos por mujer y eso significa que cada nueva generación es un 45% menos numerosa que la anterior. España afronta un “invierno demográfico de grado siberiano” y si seguimos así la sociedad quedará superenvejecida porque dejará de haber niños y jóvenes.

 

El descenso de la natalidad, el suicidio demográfico, nos lleva a una democracia dominada por jubilados, con una economía cada vez menos dinámica. El capitalismo funciona especialmente bien cuando tiene mercados competitivos, pero este tipo de dinámicas demográficas nos conducen a una economía donde cada vez más población es dependiente y el voto, y no el mercado, termina por determinar las grandes transferencias de renta.

 

En la pasada crisis económica, el segmento de los jubilados fue el que mejor tratado estuvo por los políticos. Es, hoy por hoy, el segmento social que más interesa a los políticos y esta nueva crisis demuestra que hay un claro esfuerzo por proteger sus rentas a toda costa. El problema es que, mientras las pensiones son intocables, la economía se ha hundido: hay endeudamiento público, recortes presupuestarios, bajadas salariales, subidas de impuestos,… orientadas a proteger ese poder adquisitivo y esa estabilidad de las pensiones.

 

UN DRAMA PARA LAS PENSIONES

La caída en la natalidad complica el futuro de las pensiones. Cómo sostener a un volumen de pensionistas que crece en el tiempo mientras los trabajadores potenciales se reducen es la problemática que ahora se plantea, con una gran generación a punto de entrar en edad de jubilarse (los conocidos como ‘baby boom’, hijos de la explosión demográfica de la posguerra, nacidos entre 1957 y 1977).

 

Según Eurostat, en 2020 las tasas más bajas de fertilidad (promedio de hijos por mujer) se observaron en Malta (1,13 nacimientos por mujer), España (1,19) e Italia (1,24). Como consecuencia de la pandemia fueron algo inferiores a las de 2019, cuando estos tres países ya se situaban a la cola de la Unión Europea (UE). En apenas cinco años la natalidad ha caído un 20% en España, situándose en mínimos de la serie histórica en el primer semestre de este año.

 

En cualquier caso, nuestro país lleva años a la cola, lejos de la tasa de reemplazo de 2,1 hijos que se considera necesaria para mantener constante el nivel de población. Los expertos auguran que España seguirá entre los países de la UE con menos tasa de fertilidad, con un “fuerte y sostenido” aumento de la tasa de dependencia de mayores (proporción de personas mayores de 65 años que dependen económicamente de la población activa o en edad de trabajar).

 

Según Eurostat se espera “una gradual recuperación de la tasa de fertilidad (desde 1,27 hijos por mujer en 2019 hasta 1,49 en 2070)”, pero esto “todavía nos dejaría entre los países europeos para los que se prevén menores tasas de fertilidad (sólo por detrás de Malta) que se unirá a una alta esperanza de vida (87,1 años para hombres y 91,4 para mujeres frente a 81,2 y 86,8 respectivamente en 2019) lo que implica en un crecimiento vegetativo negativo para todo el periodo.

 

LA INMIGRACIÓN COMO POSIBLE SOLUCIÓN

Uno de los factores que podrían mitigar este shock sería un fuerte y sostenido repunte de nuestro saldo inmigratorio neto. Como muestra la experiencia de los primeros años dos mil, tal repunte no es descartable, pero sería muy arriesgado dar por sentado que llegará y durará lo suficiente para resolver los problemas de nuestro sistema de pensiones.

En todo caso, una inmigración elevada no es suficiente para garantizar la sostenibilidad de las cuentas públicas, pues para que eso ocurra el grueso de los inmigrantes deben ser jóvenes, con un nivel de cualificación elevado y buen dominio del idioma, lo que podría no ser fácilmente alcanzable

 

Pero la llegada masiva de inmigración no suple suficientemente el envejecimiento de la sociedad, porque esa falta de jóvenes no se detiene y los inmigrantes que vienen ahora jóvenes envejecerán y también cobrarán pensión. Es pan para hoy y hambre para mañana. Aunque también es cierto que los inmigrantes  musulmanes y/o africanos están en más de 3 hijos por mujer, casi el triple de la de los españoles. Es una fecundidad positiva que les da para un crecimiento de la población propia importante

 

Tal y como se refleja en el plan ‘España 2050’, el Gobierno de Pedro Sánchez asume que España tendrá que acoger e integrar laboralmente a cientos de miles de inmigrantes de aquí a 2050 para poder compensar la caída en el número de trabajadores españoles y poder pagar las pensiones. Según sus cálculos, el país necesita la llegada de 191.000 inmigrantes cada año como mínimo para que el sistema de Seguridad Social sea sostenible.

 

Esto supone que al cabo de treinta años, cuando acabe en 2050 el horizonte de proyección, España contaría con 5,7 millones de extranjeros nuevos trabajando. A cierre de julio, el número medio de extranjeros dados de alta en la Seguridad Social asciende a 2,45 millones de trabajadores, de los cuales 845.000 son de países de la Unión Europea (un 34,5%) y 1,60 millones, de terceros países (el 65,5% restante). Suponen 11.400 afiliados menos que el mes anterior.

 

En el Programa de Estabilidad 2022-2025 actualizado en abril, el Gobierno asegura que entre 2020 y 2045 España registrará un saldo migratorio neto cercano a las 180.000 personas por año, lo que permite compensar el crecimiento vegetativo negativo, de manera que la población agregada se proyecta que crezca hasta los 49,5 millones.

 

Posteriormente, el equipo de Pedro Sánchez prevé que “la estabilización proyectada del saldo migratorio neto en torno a las 170.000 personas por año y el incremento de los fallecimientos en una población más envejecida se espera que provoquen una caída de la población para volver en 2070 aproximadamente al nivel de población actual (47 millones).

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