En primer lugar, se ha flexibilizado el famoso pacto de estabilidad y crecimiento, por el que los países de la Unión tienen que contener su gasto público. En estas circunstancias, la UE permite a los países de la Unión gastar más en elementos esenciales como la sanidad, la ayudas a trabajadores y a las empresas.
En segundo lugar, se han flexibilizado las normas de ayudas de estado. De esta forma, hasta diciembre de 2020, los países podrán tomar todas las medidas necesarias para apoyar sus economías. La gran mayoría de los países de la UE, incluso España, han aprovechado de esta flexibilidad.
Y en tercer lugar, el 24 de marzo, la Comisión Europea aprobó ayudas de aproximadamente 20.000 millones en sistemas de garantía que España va a destinar a empresas y trabajadores autónomos afectados. El 2 de abril, la Comisión aprobó otro régimen español, que permite a las autoridades conceder ayudas adicionales a empresas y autónomos afectados, en forma de subvenciones directas, anticipos reembolsables u otras ventajas fiscales y facilidades de pago y otras. El 24 de abril la Comisión Europea aprobó otro régimen marco español para respaldar a la economía española que incluye ayudas a empresas en forma de subsidios salariales y aplazamientos del pago de impuestos y cotizaciones a la seguridad social.
La estrategia económico-financiera común y general de Europa ante la crisis del coronavirus se sustenta en cuatro pilares básicos:
– 240.000 millones en líneas de crédito del Mecanismo Europeo de Estabalidad (MEDE),el “fondo de rescate”.
– 200.000 millones en avales del Banco Europeo de Inversiones (BEI)
– 100.000 millones en préstamos del fondo de ayudas contra el paro (SURE)
– Fondo de Reconstrucción (en estudio) de unos 2 billones de euros que mutualice de alguna forma la deuda pública a emitir por cada uno de los Estados y que “sustituye” a los eurobonos (o coronabonos) que parecen finalmente desechados.
Mecanismo Europeo de Estabilidad (MEDE). El fondo europeo de rescatesde 240.000 millones en líneas de crédito y eldebate se centra en la condicionalidad que acompañaría a estos préstamos. Las líneas de crédito actuales del MEDE están vinculadas al compromiso de hacer reformas macroeconómicas y se discute ahora si estas condiciones deben relajarse y limitarse a que los préstamos recibidos se dediquen a medidas para hacer frente a la pandemia del coronavirus. Parece que todos están de acuerdo en que las exigencias no pueden ser las mismas que las impuestas en los rescates financieros de la anterior crisis (programas de austeridad, reformas estructurales o privatizaciones) y apuestan por que, a corto plazo, las condiciones se centren en asegurar que los fondos se usan solo para la respuesta al coronavirus y a largo plazo en que los países tengan que cumplir las normas fiscales de la UE para asegurar que sus finanzas vuelven a ser sostenibles.
Alemania ha accedido ya a minimizar los requisitos para acceder a estos créditos pero otros países, como Países Bajos o Austria, no parecen tan magnánimos. Se cifra en 28.000 millones los préstamos que podrían recibir España a través del MEDE.
Fuentes del Gobierno rechazan que se vaya a pedir ayuda al MEDE, y que es mejor optar por el Fondo de Reconstrucción, por la dificultad del actual Gobierno de lograr financiación a través de los MEDE con compañeros de viaje como Podemos y apoyado en los independentistas de ERC, por muy laxos que sean los compromisos a adquirir.
Banco Europeo de Inversiones (BEI) El segundo escudo de protección, que pretende ayudar a las empresas, sería el plan del para crear un “fondo paneuropeo de garantías” de 25.000 millones en garantías que ayuden a movilizar hasta 200.000 millones para la economía real. Esta medida, que se sumaría a los 40.000 millones en avales ya anunciada por la entidad en marzo.
Fondo europeo contra el desempleo (SURE) dotado con 100.000 millones para préstamos a los países más afectados para ayudarles a costear medidas destinadas a evitar los despidos por la pandemia. En España se trataría esencialmente de hacer frente a los ERTEs por fuerza mayor y al cese de actividad de los autónomos. Para conseguir estos 100.000 millones de euros en financiación, la Comisión Europea emitirá deuda en el mercado respaldada por los avales que deberían aportar todos los Estados miembros, en función de su renta nacional bruta, lo que supone que los más ricos deberían contribuir más, los detalles aún están por acordarse.
Estas tres medidas, no obstante, representan líneas de crédito o préstamos que, aunque en condiciones favorables, los Estados miembros tendrán que devolver. No se incluyen entre ellas la posibilidad de emitir deuda de forma conjunta. Es decir, los eurobonos que reclaman una decena de países, entre ellos España y que siguen suponiendo el punto de bloqueo en las conversaciones y parece que no se llegarán a implementar por los receles de los Países Bajos, Austria y Finlandia.
El Fondo de Reconstrucción A la idea se han sumado grupos políticos del Parlamento Europeo como los socialdemócratas y los ecologistas y dos comisarios que, a título propio, han propuesto una solución similar.
Este Fondo Europeo de Recuperación podría emitir deuda conjunta a largo plazo para impulsar la recuperación económica. Esta medida representaría la primera iniciativa mutualizada frente a todas las anteriores, estructuradas a base de préstamos. Se financiaría a través de deuda perpetua lo que implica que solo se pagarían los intereses, y se asumiría de forma solidaria. Esta deuda tendría el respaldo de la categoría AAA que tienen todas las instituciones europeas en los mercados, lo que equivale a intereses muy bajos. Su importe rondaría los 2 billones de euros. Pero en cualquier caso sería una solución a medio o largo plazo y, para salir adelante, todavía necesitaría el visto bueno de países como Países Bajos, reacios a compartir los riesgos con el resto de socios.
Posibles conclusiones. Europa, como es habitual en su lentitud en la toma de decisiones, todavía no ha adoptado ninguna relevante. Los países integrantes de la UE no se han puesto de acuerdo hasta ahora, Italia, España y Francia plantearon que se emitiera deuda mancomunada, en diferentes modalidades: las que se han venido a denominar como eurobonos, o en este caso especial “coronabonos”. Estas propuestas contaron con la oposición de los denominados países del Norte: Alemania, Austria, Países Bajos y Finlandia, principalmente. El tema quedó emplazado a presentar nuevas propuestas. Un mensaje de incertidumbre, cuando lo fundamental sería trasladar la confianza de que se va hacer todo lo necesario y se van a poner todos los recursos que hagan falta para superar la crisis. Un mensaje de insolidaridad, puede ser cierto que los países del Sur no hayan hecho bien sus “deberes” desde la última crisis (España es un ejemplo obvio), pero la crisis del coronavirus es algo nuevo, que ha aparecido súbitamente y que afecta a lo fundamental, a la vida de las personas. Pero, sobre todo el mensaje más grave que se traslada es que no hay Europa. Si Europa no es capaz conseguir una respuesta unánime, comprometida y solidaria en estos momentos, ante una crisis humana y económica de esta transcendencia, muchos de los ciudadanos europeos podrán preguntarse para que sirve Europa. ¿Solo sirve para pagar los salarios de un conjunto elevado de funcionarios y burócratas?
Parece que la idea de Europa está en crisis desde hace tiempo, la pandemia del coronavirus y los efectos económicos posteriores, puede significar una estocada final a la UE, si no sabe dar una respuesta adecuada. Hay que señalar que, en el plano político, social y de convivencia. Europa se caracteriza por la construcción del Estado del Bienestar, sistema político, económico y social donde se combina la libertad y la protección las personas menos favorecidas, mediante la cobertura por el Estado de la provisión eficientemente de los principales bienes públicos: educación, sanidad, protección social, etc.
Es de esperar que los gobiernos europeos reaccionen a este nuevo reto, pues los valores del Estado del Bienestar deben seguir existiendo.