Los inscritos en las oficinas de empleo sin contar como parados aumentan un 15,7%
Trabajo sigue sin ser capaz de dar la cifra exacta
Mientras el Ministerio de Trabajo sigue sin cumplir su compromiso de publicar las cifras de trabajadores con contratos fijos discontinuos que se han inscrito en las oficinas de los Servicios Públicos de Empleo, la única estadística que podemos utilizar para estimar su número, la de demandantes con relación laboral, no deja de crecer: el dato de septiembre supone un 93% más que el registrado un año antes. La pregunta es cuánto de este incremento se debe a la reforma laboral y cuánto a los cambios en la manera de registrarlos introducida por el Servicio Público de Empleo Estatal (SEPE) en el último año.
En septiembre, como ya ocurrió el año pasado, se produjo una caída de estos demandantes con relación laboral, del 14% respecto a agosto. El motivo es la reincorporación de muchos fijos discontinuos ‘inactivos’ compensó con creces a aquellos fijos discontinuos que se apuntaban al paro tras finalizar sus empleos de temporada, a la espera de volver a ser llamados. Pero los 587.394 de septiembre casi duplican los 303.559 registrados hace un año, cuando ya estaba plenamente en vigor la nueva normativa que impulsó esta modalidad de contrato indefinido como alternativa a los contratos temporales.
Los datos de Seguridad Social muestran que estos contratos son tan volátiles en términos de bajas de afiliación como los temporales, y esto solo ha empeorado según su número aumenta. El Gobierno intenta restarle importancia señalando que apenas suponen un 6% de los afiliados al Régimen General, aunque por esa regla de tres los temporales suponen un 14%. Si hacemos una comparativa similar con los datos de demandantes de empleo con relación laboral, nos encontramos con que suponen el 13,7% del total de 4,27 millones de demandantes inscritos en las oficinas de paro.
El dato y su evolución tiene bastante relevancia en las estadísticas del SEPE. En septiembre el paro registrado se redujo un 8% interanual, hasta los 2,7 millones. Pero el resto de los demandantes excluidos de esta categoría ha aumentado un 15,7%, hasta los 1,54 millones. Más de un tercio corresponde a los que tienen una relación laboral, cuyo incremento del 93% (283.835 personas) explica este desfase. Otros 460.585 figuran como ‘ocupados’. Esto deja 490.339 personas sin empleo que no cuentan como parados, un 0,18% menos que hace un año.
Hay algunos factores a tener en cuenta para entender estas cifras. El primero es que no todos los demandantes con relación laboral son fijos discontinuos, aunque es la categoría en la que se engloban. En setiembre de 2019, estos demandantes alcanzaban los 239.701, lo cual supone que el impacto ‘neto’ del cambio legal sería de 347.693 personas, un 145% más. El incremento respecto a septiembre de 2022 apenas llegaba al 26%.
El segundo es que los fijos discontinuos que se inscriben como demandantes mientras están inactivos no tienen por qué dar de baja la demanda cuando la empresa vuelve a llamarles, como ocurre con los parados, ya que no cambian de categoría estadística: se siguen considerando demandantes con relación laboral. Lo único es que si están cobrando una prestación deben notificarlo, ya que esta es incompatible con un salario. En septiembre, solo 86.724 personas cobraron una prestación por desempleo por finalizar una actividad como fijos discontinuos (un 14,7% de los demandantes con relación laboral), aunque en el junto del año se han producido 251.138 altas iniciales (beneficiarios nuevos) y 302.543 reanudaciones. En cualquier caso, las bajas de demanda por no renovación han caido en mas de 50.000 (hasta las 183.175) respecto a hace un año. La cifra es también inferior respecto a las 212.000 registradas en 2019.
El tercer y último factor clave es la evolución de los demandantes ‘ocupados’: los 460.585 de septiembre suponen una caída del 13,7%. Puede explicarse por la salida de trabajadores de un ERTE (aunque en 2022 ya estaban en cifras mínimas) o porque se ha producido un ‘trasvase’ de fijos discontinuos hacia la categoría de demandantes con relación laboral. En cuyo caso contribuiría a explicar el misterio estadístico que rodea a estos ‘inactivos’ y por qué el Gobierno tiene tantos problemas para desglosar su cifra.
Una polémica de décadas
El departamento que dirige, ahora en funciones, Yolanda Díaz, defiende que los fijos discontinuos inactivos en esta situación nunca se han incluido en la categoría de ‘parados registrados’ porque así lo determina la legislación desde 1985 y que tampoco se ha alterado desde entonces la manera de registrarlos en las estadísticas. Ninguna de las dos afirmaciones es falsa, pero requieren bastantes matizaciones.
La orden ministerial de 1985 que determina qué personas apuntadas al paro como demandantes no se engloban en las estadísticas de paro registrado no menciona a los fijos discontinuos (aunque el contrato ya existía entonces) ni a los demandantes con relación laboral. Habla de demandantes “ocupados” y de trabajadores afectados por un expediente de regulación de empleo que suspenda su empleo o reduzca su jornada (es decir, un ERTE).
El carácter de ocupado de un fijo discontinuo cuando termina el periodo de ‘llamamiento’ (es decir, cuando la tarea por la que se la convocado concluye) es discutible. El contrato no se rescinde, sigue existiendo una relación laboral, pero se le da de baja de Seguridad Social (a diferencia de los afectados por ERTE), lo que implica que la empresa no cotiza por ellos y no cobra sueldo alguno.
Pese a esta imprecisión, es cierto nunca se les ha contado como parados, porque se considera que tener un contrato vigente era sinónimo de estar “ocupado”, aunque no se estuviera trabajando. Eso sí, la propia orden de 1985 exige, textualmente, que “de los colectivos de trabajadores demandantes de empleo que se excluyen a efectos estadísticos del paro registrado se ofrecerá mensualmente información estadística”. Por ello la estadística los demandantes vinculados a un empleo se dividen en dos columnas: “ocupados” propiamente dichos y “con relación laboral”.
Pero la cuestión de los fijos discontinuos ha estados siempre sobre la mesa. De hecho, con ocasión de la última gran reforma las estadísticas de paro, la de la introducción del Sistema de Información de los Servicios. Públicos de Empleo (SISPE) en 2005, esta cuestión resurgió e incluso es mencionada en varios estudios el cómo metodológico que están publicados en la web del SEPE. Lo que es evidente, en todo caso, es que no se puede responsabilizar a Yolanda Díaz una ‘exclusión’ que lleva produciéndose décadas.
Lo que sí tiene son facultades, como plantea la propia orden, para detallar mejor de donde viene estos demandantes. Algo que muchos expertos le reclamaron durante la pandemia porque no se sabía cuántos afectados por ERTE estaban inscritos en los servicios públicos de empleo: al final Seguridad Social tuvo que improvisar una estadística ‘ad hoc’. Y es que los registros del SEPE eran, en este sentido, caóticos. Los afectados por ERTE se registraban indistintamente en la categoría de demandantes con relación laboral u ocupados. Algo comprensible, teniendo en cuenta las dificultades que sufrieron los funcionarios del SEPE y los servicios públicos autonómicos, cuya prioridad era tramitar un alud de demandas y prestaciones inédito en la historia.
Sin embargo, para cuando se aprobó la reforma laboral, aquella crisis (al menos en las oficinade empleo) había quedado prácticamente atrás y el SEPE contaba con un nuevo sistema pensado para registrar correctamente a los fijos discontinuos.
Historia de un error
La idea era hacerlo automáticamente, mediante el cruce con datos de la Seguridad Social. Es decir, utilizar el registro de baja de afiliación por pase a la inactividad para determinar si el demandante era fijo discontinuo que no trabajaba o uno que sí lo hacía y se apuntaba al paro buscando otro empleo. En ambos casos contaba como demandante con relación laboral, pero la precisión era fundamental a efectos de prestaciones.
El problema es que esto no funcionó: tras los primeros meses el SEPE se encontró con unas cifras demasiado extrañas. La evolución de las altas de nuevos demandantes no encajaba con lo esperado de una reforma que había disparado el número de contratos fijos discontinuos y el número de bajas de afiliación por pase a la inactividad.
Por ello, en octubre se revisaron las cifras y se descubrió que el cruce automático fallaba y que las comunidades autónomas habían incluido a decenas de miles de este demandante en otras categorías: en especial parados y demandantes ocupados. Lo que llevó a volver al sistema manual por parte de los servicios públicos autonómicos que corrigió el error y permitió que los fijos discontinuos se inscribieran en su totalidad en la categoría de demandantes con relación laboral. Pero no clarifica cuáles son inactivos o no.
Ante la polémica suscitada por este ajuste, Díaz se comprometió en enero a publicar los datos desglosados. Pero se encontró con el inicio de ciclo electoral y los cambios de gobiernos e las comunidades, que también lastraron estos trabajos que debían ser conjuntos. Pero sobre todo con l complejidad de extraer datos desglosados cuando a efectos de registro en las estadísticas de demandantes de empleo, la inactividad no es relevante, a no ser que cobre una prestación, algo que como hemos visto hacen menos de un 15%.
Para ganar tiempo, Trabajo filtró al PP, a través de una respuesta parlamentaria, algunos datos referentes a fijos discontinuos que daban una cifra de unos 400.000, de los que menos de la mitad cobraba el paro. Pero el propio ministerio admitió que los datos no estaban “bien depurados”. A día de hoy, siguen sin poder ofrecer una cifra correcta, pero su impacto en las estadísticas es cada vez mayor.
Fuente: El Economista
Los fijos discontinuos apuntados al paro se disparan un 93% en el último año (eleconomista.es)