EL PARO DE LARGA DURACIÓN SE DISPARA

Cerca de un millón de personas lleva más de dos años en paro y buscando empleo y representan ya el 33% del total de desempleados. Antes de la pandemia, este paro de muy larga duración sólo afectaba a uno de cada cuatro

 

Esta es la tasa más alta de la serie histórica del Ministerio de Trabajo y Economía Social, que arranca en mayo de 2005. Tradicionalmente, los parados de larga duración representaban entre el 15% y el 25% de los desempleados. Pero en agosto de 2021 aquellos que llevaban más de 24 meses buscando un trabajo supusieron, por primera vez, más del 30% de todos los parados.

 

La tendencia ha continuado al alza y el máximo se alcanzó este mes de junio, cuando un 34% de los desocupados llevaban más de dos años esperando incorporarse al mercado laboral: de los 2,8 millones de parados registrados por el SEPE, 982.000 llevaban más de 24 meses en esa situación.

 

Según los datos de la Encuesta de Población Activa (EPA), 1,5 millones de personas llevan más de un año buscando un empleo y más de 600.000 lo hacen desde hace más de cuatro años. A pesar de las excelentes cifras maquilladas de paro, el dato de los parados de larga duración es alarmante.

 

Si se analiza la serie histórica, se confirma que las dos últimas crisis, la financiera y la sanitaria, han agravado el problema del paro de larga duración, con una masa ‘crónica’ de personas que pasan años buscando trabajo, con cada vez más dificultades para reincorporarse. Antes de 2008-2009, cuando los niveles de paro eran similares a los actuales, aquellos que llevaban más de dos años parados y en busca de empleo apenas suponían el 13% (cerca de 370.000 personas de un total de 2,8 millones). Ahora, con el mismo número de parados, esa cifra es casi tres veces superior (962.000 personas), lo que indica un cambio estructural en el mercado laboral.

 

Lo cierto es que la reforma laboral ha maquillado el número de parados que facilita el SEPE pues ha disparado el número de fijos discontinuos hasta superar el millón al penalizar los contratos de corta duración y ser esta la alternativa de contrato indefinido más vinculada a la temporalidad. Entre enero y junio se formalizaron 975.979 contratos bajo esta fórmula, a los que en julio se han sumado otros 241.590. En total, 1,22 millones. Esta modalidad antes tenía un peso prácticamente testimonial, con unos cuantos miles al mes.

 

La cuestión es que, cuando acaba la temporada de empleo, los fijos discontinuos entran en un periodo de inactividad en el que dejan de trabajar y pueden recurrir a la prestación por desempleo. Y aunque estadísticamente no se contabilizan como parados por el Ministerio de Trabajo, sí lo hacen en la Encuesta de Población Activa (EPA) que publica trimestralmente el Instituto Nacional de Estadística (INE), por lo que se espera que después del verano, con el fin de la temporada estival, afloren un número importante de parados con este tipo de contrato.

 

Además, durante los periodos en los que están inactivos, los fijos discontinuos sí dejan de computar como afiliados. De esta forma, a partir de agosto, un mes en el que tradicionalmente la afiliación se desploma en más de 100.000 personas, se espera un peor comportamiento de la afiliación también por esta razón después del peor julio de la serie histórica en términos de ocupación.

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