Fedea desnuda la verdadera situación del sistema de pensiones, cuyo déficit se ve maquillado vía transferencias corrientes de los presupuestos.
El saldo de la Seguridad Social en el año 2022 fue negativo por un monto cercano a los 7.032 millones de euros. Sin embargo, si excluimos las transferencias corrientes orientadas a maquillar el déficit del sistema de pensiones, los números rojos casi se multiplican por ocho hasta alcanzar los 54.625 millones, de acuerdo con un estudio de Ángel de la Fuente para Fedea.
Antaño, el balance anual de las cuentas de la Seguridad Social recogía los caudales obtenidos vía cotizaciones sociales y presentaba los desembolsos asociados al pago de jubilaciones y otros epígrafes, de modo que la comparativa era sencilla y clara. Sin embargo, el sistema de pensiones entró en crisis coincidiendo con el estallido de la Gran Recesión, dibujando un déficit cada vez más intenso que los sucesivos gobiernos han pretendido equilibrar a base de realizar importantes transferencias corrientes provenientes de los Presupuestos Generales del Estado (PGE).
Así, si nos fijamos en las cuentas de 2022 que acaba de analizar Fedea, encontramos que los ingresos por cotizaciones sociales liquidados a cierre del ejercicio se situaron en 147.171 millones, mientras que las transferencias corrientes ascendieron a 47.594 millones y el epígrafe de otros ingresos alcanzó los 1.431 millones. Así, sobre unos ingresos de 196.195 millones, el 25% se financió con dinero de los PGE. Esto significa que las cotizaciones pagan 3 de cada 4 euros de gasto de la Seguridad Social, pero los impuestos sufragan ya 1 de cada 4 euros desembolsados por el sistema.
Evidentemente, esas transferencias contribuyen a maquillar los números rojos de la Seguridad Social, pero también reducen el volumen de recursos de la Administración General del Estado, cuyo déficit se ve incrementado a raíz de esa entrega de 47.594 millones. Por lo tanto, esta maniobra maquilla el descuadre del sistema de pensiones, pero a costa de engordar el desajuste de las cuentas de la Administración central.
Por el lado de los gastos, las prestaciones contributivas suponen 172.695 millones, mientras que las no contributivas ascienden a 10.687 millones, los servicios comunes se llevan 1.863 millones y las pensiones de las clases pasivas (funcionarios) cuestan 17.982 millones. Estos cuatro capítulos suman 203.227 millones de gastos, por encima de los 197.830 millones presupuestados originalmente.
Así las cosas, si comparamos los ingresos con los gastos, encontramos que la contabilidad oficial planteaba un déficit de 6.155 millones que ascendió finalmente a 7.032 millones al cerrar el ejercicio. Sin embargo, si aislamos el componente de las transferencias corrientes, los números rojos que realmente presenta la Seguridad Social ascendían a 53.434 millones en el momento en que se presupuestó el año 2022 y llegaron a 54.625 millones cuando finalmente concluyó el ejercicio. Así, por cada 1 euro de déficit reconocido en los datos oficiales hay casi 8 euros de descuadre real en las cuentas de la Seguridad Social.
Para afrontar el debate sobre la situación de las pensiones, sería recomendable (1) asignar las pensiones no contributivas a los Presupuestos Generales del Estado, y (2) eliminar las transferencias corrientes. Con este cambio, los ingresos del sistema serían de 148.601 millones, mientras que los gastos se situarían en 192.540 millones, arrojando un déficit de 43.939 millones que recoge el verdadero agujero de la Seguridad Social en términos contributivos. En cuanto a los Presupuestos Generales del Estado, su descuadre se reduciría en 36.907 millones, reflejando de forma más fiel la diferencia entre ingresos y gastos. En su conjunto, el saldo negativo de las Administraciones seguiría siendo el mismo, pero la contabilidad reflejaría de forma más clara el problema de fondo de nuestras cuentas públicas, que no está en el presupuesto general tanto como en el sistema de pensiones, que presenta el mayor agujero de Europa en términos de caja.
Fuente: Libre mercado
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