Los pensionistas jugarán un papel cada vez más importante en la política nacional. La vuelta a la revalorización de las pensiones en base al IPC, que supone el abandono de una de las reformas más importantes para lograr la sostenibilidad del sistema, muestra la gran influencia que tiene este colectivo sobre los políticos. Este poder, probablemente, se irá incrementando con la transición demográfica que vive España, lo que blindará las pensiones actuales y de las personas que se encuentran en la parte final de su vida laboral, dividiendo la sociedad en dos bandos: trabajadores ‘jóvenes’ y pensionistas.
La presión generada por una población envejecida puede tener una gran influencia en el corto plazo actuando como grupo de interés (lobby) en una política que absorbe ya casi una tercera parte del gasto público.
Los pensionistas ya suponen más de un tercio del censo electoral (y creciendo), «lo que les proporciona una especie de veto electoral contra cualquier tentativa de corregir el sistema de redistribución en perjuicio suyo
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Esta situación puede crear una fuerte división generacional en la sociedad, donde los trabajadores se vean obligados a transferir gran parte de su renta para mantener una creciente masa de pensionistas.
La fractura entre generaciones es algo que ya se puede observar en Reino Unido con el Brexit (lo jóvenes votaron para quedarse en la UE y los mayores para salir) o en la elección de Donald Trump en EEUU. «El debate del futuro será sobre la red de protección social para los mayores y los ingresos que le quedan a la población en edad de trabajar tras pagar impuestos».