2022: ¿TRAS LA ANTERIOR CRISIS DE 2008 OTROS “7 AÑOS DE VACAS FLACAS” Y EN MANOS DE LOS “PROGRESISTAS”?

La que se inicio en 2007 fue la gran crisis de España, o así lo parecía, en un mundo donde las guerras eran muy lejanas geográficamente y las pandemias mundiales solo existían en telefilmes, pero la economía acumulaba los desequilibrios de la burbuja inmobiliaria: exceso de deuda, pérdida de competitividad y déficit exterior. La burbuja inmobiliaria empezó a pincharse en 2007. Lehman Brothers cayó en 2008, y ese invierno 2008-2009 dibujó la mayor crisis financiera desde 1929. Los ‘brotes verdes’ que parecían aflorar en 2009 fueron barridos por la crisis del euro: Grecia había trampeado los datos de déficit, y las dudas del mercado contagiaron después a Portugal e Irlanda, ambos rescatados, y después a España e Italia

En 2010 la prima de riesgo española (el sobreprecio que paga un país para financiarse en los mercados, en comparación con Alemania) llegó a 100 puntos en primavera y llegó a 200 en apenas tres meses, rompiendo a lo largo de 2011 la barrera de los 300 y los 400 puntos y superar los 600 puntos en julio de 2012.

El rescate llegó un sábado, el 9 de junio de 2012, aunque no fue un rescate de la economía española en su conjunto, sino del sector bancario. Bruselas ponía a disposición del Gobierno español una línea de financiación por 100.000 millones, de los que solo utilizó 43.000 millones y que entre 2014 y 2018 ha devuelto 17.612 millones, el 41%. (algo menos de la mitad). El presidente del Gobierno por aquel entonces, Mariano Rajoy, defendía que el rescate a la banca «lo pagarían los propios bancos». Una década después, de los 58.000 millones que inyectó el Estado al sector financiero, solo ha recuperado unos 6.000 millones (apenas el 10%)

 

El Banco de España calcula que del rescate de Bankia (el mayor de todos, por unos 24.000 millones) el Estado apenas podrá recuperar unos 9.000 millones. Nadia Calviño, impulsó en plena pandemia la fusión de la antigua Cajamadrid con CaixaBank. De este modo, el Estado controla actualmente el 16%, que vale unos 4.500 millones.

 

OTROS 7 AÑOS DE “VACAS FLACAS”

Aunque el inicio de la pandemia (marzo 2020) volvió a castigar a la deuda española, la reacción del BCE y las instituciones europeas fue esta vez más rápida: mano libre en el déficit y compras masivas de deuda sin coste alguno. Ahora a mediados de 2022 es cuando la prima de riesgo española vuelve a repuntar, precisamente, al retirarse las medidas de estímulo.

 

España no recuperó hasta 2017 el nivel del PIB de 2008 y el paro, en términos de EPA, alcanzó un pico de 6,2 millones de personas a principios de 2013. En esta crisis, la de la pandemia, la caída del PIB ha sido más abrupta, pero la recuperación está siendo más rápida. Sin embargo, persisten desequilibrios, en particular en unas cuentas públicas tocadas por la pandemia: la deuda pública es más elevada ahora que en el peor momento de la crisis financiera, el paro sigue en zonas de dos dígitos, y, en el medio plazo, queda por ver el papel, teóricamente dinamizador, de los fondos europeos de recuperación, una iniciativa de mutualización de deudas y transferencias a fondo perdido que hace 10 años era tan inverosímil como un confinamiento masivo en todo el mundo.

 

Entre ambos batacazos, el de 2012 y el de 2022, se ha dibujado un horizonte gris para la nación. Casi una década después del rescate, una nueva crisis desatada por la propagación del Covid-19 y las consecuencias de la guerra en Ucrania y de los “castigos” de la UE y los EEUU a Rusia por su proceder, pero que también afectan a la economía a nivel global. Pero las diferencias entre la salida de una y otra crisis son notorias.

El primer síntoma de la enfermedad de 2008 fue la burbuja inmobiliaria, pero a su lado había un país que consumía mucho más de lo que producía (la deuda ese año alcanzó casi el 90% sobre el PIB) y bajo la creencia de que el precio de la vivienda mantendría su escalada, los españoles se endeudaron gracias a las titulizaciones que la banca española colocaba en los mercados. Además, la estúpida reacción del entonces Gobierno español en manos de J. L. Rodríguez Zapatero negando primero la crisis y viendo posteriormente “brotes verdes” por doquier aumentó la desconfianza de los inversores y, en consecuencia, el daño producido por la crisis. Los inversores empezaron a marcharse del país y las cajas de ahorro (gestionadas por las CCAA) fueron cayendo una tras otra El país tocó fondo en 2009 con una caída del PIB del 3,8%. Tres años después, coincidiendo con el rescate de la banca, llegó el segundo golpe más duro, con un retroceso en el crecimiento económico del 3%. Se necesitaron ocho años para levantar cabeza y recuperar los niveles precrisis.

 

En contraposición, España llega a 2022 reforzada. Aunque todavía no se han recuperado los niveles precrisis tras el histórico hachazo de casi el 11% de 2020, el PIB remontó un 5% en 2021. Y aunque el arranque del año se ha visto empañado por la crisis energética y la guerra de Ucrania, todas las previsiones apuntan a que el país crecerá este año por encima del 4%.

 

Los datos dan cuenta de la situación: la tasa de paro, que según el INE llegó a casi el 8% un año antes del crack de 2008, alcanzó su máximo histórico en 2012, cuando rozó el 26%. La pandemia hizo que el desempleo se volviera a disparar hasta el más del 16%,y hasta ahora este indicador sigue siendo motivo de alegrías para el Gobierno de Pedro Sánchez. Las últimas previsiones del Banco de España apuntan a que la tasa media en 2022 será de algo menos del 14%

 

Sin embargo, la inflación no ha hecho más que crecer hasta convertirse en la gran preocupación de los economistas. Si en 2012 la media del IPC fue del 2,5%, a día de hoy se ha disparado hasta casi el 9% aunque los organismos internacionales y el propio Gobierno insisten en que la normalización llegará el próximo año.

 

La deuda pública es otro indicador que no ha dejado de crecer. En 2012 la ratio se situó en el 84% del PIB y al cierre de 2021 el porcentaje se elevó hasta más del 118%, lo que ha hecho que en mayo de este año, la Comisión Europea diera un nuevo toque de atención a España por los “desequilibrios” relacionados “con la elevada deuda externa, pública y privada” pues en muchos (demasiados) aspectos la reacción del Gobierno de Pedro Sánchez puede recordar el optimismo enfermizo de su antecesor en el cargo J. L. Rodríguez Zapatero y, es de esperar que no sea así, el desastre de aquellos años de los que aún no nos habíamos recuperado.

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